jueves, 29 de octubre de 2015

Modos de concebir la tarde. Carles Santaemília

 
 



Modos de concebir la tarde
 
Carles Santaemília
 
Editorial Denes, Paiporta, 2006
 
 
 
Obra ganadora del V Premio Paiporta de Creación Poética, Modos de concebir la tarde es un poemario que recopila 38 modos de concebir la vida y sus circunstancias desde un punto de vista trascendental, que se interroga sobre la existencia pero con un agudo sentido del humor que le sirve a su autor para realizar una crítica velada a una sociedad adocenada, autocomplaciente, abúlica, inmersa en el conformismo y herida de hipocresía, un mundo que vaga sin rumbo hacia su epílogo final.
Estructurado en tres partes, en la primera, “Evidencia (Caída)”, Carles Santaemília revela la decadencia de una sociedad abocada a caer en el abismo, sumida en la bancarrota, que “restringida su luz” camina por la sombra, en este sentido el autor no duda en emplear el símil para poner al hombre en solfa ante sus propias circunstancias. Un hombre que teme el inexorable paso del tiempo pero no sabe qué hacer con él, que lo maquilla con “Cosméticos” o lo mata en ocios de una vacuidad ominosa (“Tómate tu tiempo”).
En la segunda parte, “Contemplación”, el espacio de la naturaleza asume el protagonismo y se confronta a la obra del ser humano, a su obstinación por cambiar el paisaje, por adaptarlo a sus necesidades económicas, he aquí una poesía con cierto aire satírico que emplea el humor de una forma muy inteligente para erigirse en testimonio de un mundo que se aleja cada vez más de sus orígenes. El hombre es ese “alpinista del tedio” que siempre sueña con “alcanzar la cumbre” y en ese ascenso no es capaz de sentir la plenitud de todo aquello que le rodea, es la cruz de la moneda lanzada al aire, “para el ave es haiku/ un apunte en la oda del paisaje” (“En perspectiva”), que envidia la perfecta geometría de la naturaleza y que se empeña en construir con la esperanza de que algo perdure. Pero también la memoria es paisaje, paisaje interior que selecciona, ordena y borra los recuerdos trashumantes, sólo la memoria puede encontrarle al tiempo su talón de Aquiles (“Perspectiva engañosa”).
En la tercera parte, “Vuelo”, nos hallamos ante una poesía más sensorial, más abstracta, que surge a través de situaciones cotidianas, así la farmacia, el bar o el cine se convierten en lugares donde la poesía fluye a veces reveladora, otras amarga.
En definitiva, Carles Santaemília es un poeta a tener en cuenta, que hace gala de un lenguaje actual, cuajado de palabras que ya pertenecen al más reciente acervo popular, como “Tetris” o “Scalextrix”, para trazar un mapa de ideas y sentimientos ecléctico y nostálgico, no exento de desencanto. Una lectura muy recomendable para propiciar una mirada introspectiva, conciencia adentro.


viernes, 23 de octubre de 2015

Malas compañías. Juan Ramón Barat

 
 



Malas compañías
 
Juan Ramón Barat
 
Asociación de Escritores y Artistas Españoles, Madrid, 2006
 
 
 
Lo primero que llama la atención del volumen que nos ocupa es el propio título, Malas compañías, merecedor  del XVII Premio de Poesía “Blas de Otero” 2005 del Ayuntamiento de Majadahonda, parece aludir a las dos caras de una misma moneda: por una parte a la influencia negativa de personas nocivas, y por otra al maquiavélico interés que gobierna el devenir de empresas que explotan recursos económicos y humanos, por tanto nos hallamos ante un texto con vocación de denuncia, que pone el acento en cuestiones eternas: la vida y la muerte, el tiempo y el destino. Juan Ramón Barat despliega una escritura bella y diáfana, con un estilo en apariencia sencillo pero de una profunda carga emocional que parte de lo cotidiano para ahondar en las raíces de una realidad adversa. Con este libro Juan Ramón Barat alcanza una cima de la poesía metafísica, en sus versos las inveteradas preguntas adquieren una dimensión telúrica, con elegancia y precisión, Barat va trazando un mapa de lugares comunes pero con una óptica muy personal.
 
El libro, constituido por poemas en general breves y en su inmensa mayoría con versos heptasílabos y endecasílabos, consta de cinco partes. En la primera, “Amarga miel del sueño”, Barat se sabe aire que corre por los caminos del azar, de sombra en sombra, hasta hacerse carne, milagro absurdo de la vida. (“Acaso”). El paisaje, sobre todo el mar, se erige en marco donde la memoria motiva hondas reflexiones sobre el devastador paso del tiempo.
En la segunda parte, que da título al libro, la palabra se esencializa para describir un mundo que se desgarra por la herida de la muerte, así en “Epigrama funerario” se emparenta con la noche: su lento caer es una lápida de sombras sobre el mundo, y en “El espejo” éste nos devuelve la imagen de un fantasma, de un alma desnuda.  
En la tercera parte, “La hermosa lumbre”, la noche adopta todo el protagonismo, así el poeta siente la luz como un don que riega un mundo sembrado de sombras, y se sorprende llorando ante el espectáculo del cielo estrellado de “Medianoche”, que le recuerda la fugacidad y la finitud de toda belleza, pero la noche también es el escenario de una cruenta batalla con la oscuridad, de ahí la significación del calor de la lumbre y la luz candorosa que le permiten atravesarla en paz.
En la cuarta parte, “Liquidación de existencias”, la noche continua siendo el escenario de muchos poemas pero con un barniz de amargura, como el de la jarra de cerveza, la vida o el amor. La poesía es el instrumento que el autor emplea para vengarse del tiempo, que erosiona sin piedad a las criaturas que queremos, el poeta asume la irrealidad de una vida condenada a la desaparición pero no obstante apela a la libertad de elegir entre la sumisión o la rebeldía. Así en “Bancarrota” el hombre en su empeño por alcanzar la eternidad paga con la moneda de su fe y sus sueños un alto precio para irremediablemente acabar cumpliendo el aciago destino que le aguarda.
En la quinta y última parte, “Rosas amarillas”, se agrupan los poemas más extensos del libro, donde el autor hace un recuento de daños y donde la escritura se revela, a modo de poética, como un veneno que hay que expulsar para aligerar el corazón del peso de los recuerdos que evocan unas gafas reencontradas, unas rosas amarillas en una curva, y dar rienda suelta a la nostalgia a través de las lágrimas.
En definitiva, Juan Ramón Barat plantea un discurso poético con tintes filosóficos y emocionales que si sitúa en las antípodas de cierto hermetismo muy en boga. Barat quiere hacerse comprensible merced a un estilo sobrio y elegante que abunda en comparaciones. Mucho de autobiográfico hay en estos versos donde la anécdota sirve como resorte para profundizar en los recuerdos –de infancia, de familia- y hallar el más puro deslumbramiento. Sin duda una buena compañía la de esta poesía con vocación de compartir con el lector una experiencia vital que discurre contra el tiempo.
 


martes, 20 de octubre de 2015

La herida de los días. Blas Muñoz Pizarro

 
 


 
La herida de los días
 
Blas Muñoz Pizarro
 
Gobierno de Aragón, Zaragoza, 2010
 
 
 
Blas Muñoz Pizarro es, con toda justicia, uno de los poetas más laureados de nuestras letras, numerosos premios jalonan su obra, que se inició en 1971 con una primera etapa de creación que abarca hasta 1981 con la publicación de Naufragio de Narciso, luego permanece en silencio poético durante cinco lustros, un largo período dedicado a la reflexión e introspección, hasta que en 2007 finaliza La mirada de Jano, que le devuelve a la primera plana. Desde entonces no ha dejado de cosechar galardones, algunos tan importantes como el Premio Miguel Labordeta 2010 del Gobierno de Aragón por La herida de los días, el poemario que nos ocupa, que además fue merecedor en 2011 del Premio de la Crítica Literaria Valenciana que concede la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (C.L.A.V.E.).
Blas Muñoz demuestra su absoluta pericia en el empleo del endecasílabo en este conjunto de 29 sonetos sin rima consonante, donde alcanza altas cotas de percepción  de la realidad poemática. El bellísimo título sintetiza la loable aspiración del autor de plasmar cómo el ineluctable paso del tiempo, siempre en fuga, acrecienta la herida por dónde el olvido se apropia de la memoria.
La palabra poética le sirve de lúcido escalpelo para ahondar con asombrosa veracidad el velo que recubre las cosas, consiguiendo trascender la pura anécdota para desvelar la esencia de esas cosas que aunque fugaces dejan tras de sí un amplio poso en la memoria.
El libro se inaugura con un “Pórtico” a modo de prefacio, que nos habla de la inveterada condición del héroe, ser abocado a avanzar en silencio bajo la mirada admonitoria de aquellos que le amaron, testigos mudos del sacrificio que se le exige y que no admite el fracaso. El poemario se clausura con un poema, “Mi óbolo”, como dádiva que el hombre entrega en agradecimiento por su paso, breve, por la vida.
Estructurado en forma de diario íntimo, Blas Muñoz nos conduce de la mano a través de un inquietante viaje metafísico por un mundo constantemente amenazado por la nada. La luz que recién nacida ya vislumbra su postrer apagamiento, el dolor que agrieta el alma con la irrevocable ausencia de seres que aún transitan por la memoria, la ceniza como residuo fúnebre de aquello que antes rebosaba de vida, pero también celebración de ésta última, por tanto himno tamizado de elegía. Nos hallamos pues ante una poesía de corte metafísico que trata de hallar certezas desbrozando el todo de la nada.
Elegancia e inteligencia definen el estilo de un poeta capaz de describir el mundo de un modo auténtico y personal. Sólo la experiencia del poeta es capaz de rescatar pasajes y paisajes acerados en la memoria. El tiempo hiere y marca cicatrices en el alma sensible del poeta que revive momentos al volver a contactar con lugares donde el recuerdo se obstina en permanecer más allá de la conciencia, que como la magdalena proustiana sólo espera la circunstancia exacta para manifestarse, así en “Día de Reyes” una fecha le devuelve un episodio de infancia enmarcada tras una ventana como un cuadro de nostalgia; o en “1950 (por ejemplo)” donde la mirada del poeta arroja luz sobre las sombras que habitan en la antigua casa familiar.
La propia creación poética ocupa también un lugar importante en sonetos tan memorables como “Otro fulgor”, “Poética (o no)”, “Razón de ser”, “Este oficio de penumbras”, o el emotivo “Un libro dedicado (1974)”, que evoca la figura y el magisterio del gran poeta alicantino Juan Gil-Albert.
En conclusión, “esta suma de restos, o de restas” que es la poesía de Blas Muñoz es capaz, merced a la inteligencia y el instrumento de la bella palabra, de avivar las cenizas, de recomponer un mundo interior erosionado por el paso del tiempo.

 
 


sábado, 17 de octubre de 2015

Huellas. Antonio Martínez i Ferrer

 
 
 
 
Huellas
 
Antonio Martínez i Ferrer
 
El Taller del Poeta, Pontevedra, 2013
 
 
 
Publicado por la editorial gallega El Taller del Poeta, Huellas, del poeta alcireño Antonio Martínez i Ferrer, es un poemario breve e intenso, breve por la extensión de sus poemas, de entre  tres y dieciséis versos, donde abundan las composiciones con aliento de haiku y tanka; e intenso por el tono, con altas dosis de romanticismo: en la estructura del nido/ nace un romance/ con voz de alameda/ sembrada de fantasías/ Tú, y la forma, el verso libre y los frecuentes encabalgamientos aportan al texto un ritmo vertiginoso.
Autor tardío, pues compuso su primer poemario después de cumplidos los sesenta años, Antonio Martínez i Ferrer tiene en su haber algunas obras avaladas por la crítica y respaldadas por importantes editoriales, es el caso de El rumor del patio (Editorial Germanía, 2003) y  Corre, corre, niño de arena (Ediciones Baile del Sol, 2009). Ahora, con Huellas, demuestra poseer una voz madura, capaz de transmitir sinceridad y pasión.
Estructurado en torno a seis apartados: Cosas, Trazos, Encuadres, ¿Me llamas?, Distancias-encuentros y Reencuentros, precedidos por un prólogo del editor y poeta Fernando Luis Pérez Poza y una cita de José Viñals, Antonio Martínez i Ferrer nos ofrece un conjunto de poemas que señalan un camino marcado por versos que a modo de huellas pretenden dejar constancia de encuentros, de momentos, hurtando instantes al olvido que orilla el torrente de la memoria. Nos encontramos ante poemas de bella factura donde el poeta, desde una soledad que semeja un destierro, entre la ensoñación y el silencio, se dirige a la amada ausente: Te comunico que estoy muriendo solo. El poeta nos habla de largas miradas indescifrables, de despedida, sin embargo se impone el deseo, los abrazos y los besos encuentran su lugar en la penumbra, pero también hay locura, ansia y grito, el poeta sufre: Malherido me abandonas/ en el hueco del sufrimiento; no obstante, el deseo atempera la espera.
Nos hallamos, pues, ante un poemario donde la herida se traduce en preguntas, donde la naturaleza humana se funde con el paisaje para converger en un todo al que amenaza la nada. En definitiva belleza transida de dolor, donde sólo la concisión y precisión de los versos parece limar su aspereza.


lunes, 12 de octubre de 2015

Como si nunca antes. Bibiana Collado Cabrera

 
 
 



 
Como si nunca antes
 
Bibiana Collado Cabrera
 
Editorial Pre-Textos, Valencia, 2013
 
 
 
Bibiana Collado Cabrera es, sin duda, una de las voces femeninas emergentes del panorama poético no sólo valenciano, sino también nacional, y lo demuestra con creces en el poemario que nos ocupa. Bibiana ya ha obtenido diversos reconocimientos  a su interesante labor poética, como el Premio Voces Nuevas, organizado por la editorial Torremozas, en 2009, y los premios Universidad de Valencia de Escritura de Creación en castellano y en valenciano, en 2009 y 2012, respectivamente. Ahora con Como si nunca antes certifica esa progresión geométrica de una poesía madurada con el estudio de la poesía escrita por mujeres cubanas durante la Revolución, que le ha permitido realizar estancias de investigación en las universidades de La Habana y en la Autónoma Metropolitana de México, una poeta nómada y cosmopolita que vierte sus sentimientos y emociones en palabras dotadas de luz y de sombra, una poesía donde lo que no se cuenta también cuenta y mucho, y en ese sentido parangonable a la denominada “poesía del silencio”.
 
Como si nunca antes ha sido merecedor del XXXIV Edición del Premio de Poesía “Arcipreste de Hita” del Ayuntamiento de Alcalá la Real, Jaén, que publica la editorial Pre-Textos en una bella edición que hace justicia a su contenido: cincuenta poemas por lo general breves pero que hacen gala de una enorme densidad expresiva, divididos en tres partes, “Hendidura”, “Nervio y arterias” y “Hueso”, con un poema a modo de prólogo, “El cajón”, donde evoca con añoranza y nostalgia la infancia olvidada, y otro de epílogo que es el que da título a todo el conjunto.
 
En la parte inaugural, “Hendidura”, Bibiana Collado rinde un sentido homenaje a la isla de Cuba, con sus tormentas tropicales, y a la ciudad de La Habana, todos los poemas de esta sección destilan un aroma a la Habana Vieja: “el olor a guayaba, los viejos chevrolets”, los soportales, los almacenes “La época”, la escuela Lenin, los muebles coloniales, todo barnizado de nostalgia con un aliento lírico de amplio calado. He aquí una poesía sensitiva, capaz de transmitir al lector la fisicidad de una ciudad anclada en el período revolucionario. Así también podemos hablar de poesía contenida, precisa, que adelgaza la longitud de los versos en aras de conseguir una concentración expresiva que se dilata con la propia experiencia que el lector aporta en su lectura.
 
Los poemas que recoge la segunda parte, “Nervio y arterias”, aluden, en efecto, a la anatomía del ser humano, cómo ésta se imbrica con los sentimientos para urdir una trama por donde rezuma la poesía en estado puro, así hallamos todo un glosario de palabras como placenta, nuca, carne, labios, venas, sangre, piel, músculos, clavículas, rótulas, pecho, etc, que configuran una poesía más carnal y sensual por cuanto la cama (y las sábanas) aparece como objeto recurrente que simboliza el regreso a casa en “Gestación”, algo meramente decorativo en “Performance”, ese espacio compartido con el cuerpo amado o el “Presagio” de su ausencia calcificada. Además esta parte también plantea un discurso metaliterario en poemas donde esa vida paralela que proporciona la palabra escrita se filtra en la cotidianidad del yo poético, como en “Neobovarismo”: “tantos libros de poesía/ después/ decidí que te amaba./ Ahora eres discurso./ Mi amor por ti, / una actitud textual.”; o en ese intento de suicidio “libresco” en el teatro de “Final de fiesta”.
 
La tercera parte, “Hueso”, es la más breve y se trata de una especie de síntesis de las anteriores, pues en los ocho poemas que la componen hallamos tanto la carne, la sangre y el cuerpo protagonista de la segunda, como los escenarios americanos, en esta ocasión México, las cafeterías postcoloniales, la selva, la llanura continental, el altiplano, de la primera parte.
 
En definitiva, un poemario cuya lectura nos ilustra sobre una forma de ver la vida, de sentirla, de verterla en palabras capaces de transcribir un universo poético fraguado en  idas y venidas, en espacios alejados, en la intimidad de la carne.




jueves, 8 de octubre de 2015

Axis mundi. Pilar Verdú

 
 
 



Axis mundi
 
Pilar Verdú
 
Ediciones Excma. Diputación de Soria, 2014
 
 
 
Merecedor del XXIX Premio “Gerardo Diego” de Poesía 2013 de la Diputación Provincial de Soria, Axis Mundi es el primer poemario de Pilar Verdú del Campo, aunque ya había dado a conocer diversos poemas en numerosos medios de comunicación, revistas especializadas y antologías, como PoeMARio (El Taller del Poeta, 2010), además Pilar Verdú es una activa colaboradora en la Asociación Cultural Concilyarte y también destaca su faceta como rapsoda y aguda presentadora de otros autores.
Por tanto, y a pesar de ser su opera prima, Pilar Verdú es una autora diestra en el arte de versar y profunda conocedora de la materia poética, todo ello se plasma a la perfección en el poemario que nos ocupa, un volumen que como muy bien indica el propio título del poemario, gira en torno a los ejes que sostienen nuestro mundo.
El libro contiene cuarenta y tres poemas, sin división en partes, lo que dota al conjunto de una gran unidad estructural y temática, esta homogeneidad obedece a la necesidad de mostrar el mundo como una esfera atravesada por ejes que lo estabilizan, para que siga siendo un remanso de armonía y equilibrio. El libro se inaugura con un poema homónimo, que alberga la tesis del libro, y se clausura con un “Quiero escribir” que retoma el célebre verso de César Vallejo Quiero escribir pero me sale espuma, para realizar un notable ejercicio metapoético en forma de soneto blanco, un broche excepcional para un poemario que rebosa sinceridad por los cuatro costados, con no poco de reflexión metafísica y un elegante tono social que invita a concienciarnos con las cosas y las causas de este mundo, al poner el acento en la necesidad de levantar la voz para poder cantar a mano alzada (“Cuarto de estudio”).
Con versos bien medidos y un absoluto dominio del pentasílabo, el heptasílabo y el endecasílabo, perfectamente hilvanados en poemas de gran intensidad, que van desde los más breves, como “La mirada”, donde en apenas cinco versos Pilar Verdú es capaz de describir la mirada ajena que vela por la continuidad de los sueños, o “La loba”, donde manifiesta un espíritu de lucha, de anticonformismo contra el peso de los años, hasta poemas de mayor longitud y de muy bella factura, como “La muñeca del espacio”, homenaje a una trapecista que a pesar de su ceguera y su edad avanzada quiere seguir volando, o “Marino”, preciosa evocación entre olas memoriosas de una tierra al sur del horizonte.
Un profundo lirismo destilan estas páginas curtidas en la experiencia del vivir y el sentir y el firme y esmerado aprendizaje, así la naturaleza adquiere un peso específico en numerosos poemas, como en “Árbol” o “Las uvas”, bellísimas odas al majestuoso tótem y al fruto, respectivamente. Pero hay un poema que representa el verdadero eje de todo el poemario, al dividirlo en dos mitades simétricas y complementarias, “El eje del mundo”, donde el cielo es ese paraíso de aves al que aspira ascender el hombre en la piel del árbol, símbolo recurrente y didáctico.
El mundo como raíz de lo cantable se hace verso en este libro donde su autora demuestra una gran pericia en el manejo del ritmo imparisílabo y la sintaxis, un libro que hace gala de una madurez expresiva que denota el talento de una autora llamada a ocupar un lugar de excelencia en la actual poesía valenciana, una poesía que por otro lado, se encuentra en plena efervescencia, con una gran proliferación de asociaciones culturales, el magisterio de autores consagrados y otros emergentes.
En definitiva, Pilar Verdú es una promesa cumplida, poseedora, merced a su experiencia como docente, de una voz madurada en la sombra luminosa de la lectura paciente y apasionada, y Axis mundi es la primera entrega de una carrera prometedora.
 



lunes, 5 de octubre de 2015

Bajo la luna de Kislev. Mila Villanueva

 
 



Bajo la luna de Kislev
 
Mila Villanueva
 
Lastura, Ocaña, 2015
 
 
 
Publicado por Lastura en la Colección Concilyarte, Bajo la luna de Kislev es el cuarto poemario de la escritora y gestora cultural Mila Villanueva. Esta poeta gallega es un referente de la poesía japonesa en Valencia, ciudad donde reside, de hecho sus tres libros anteriores son colecciones de haikus: Na Distancia (Taller del Poeta, 2010), La Luz de agosto, en coautoría con Orlando Jorge Figueiredo (Concilyarte, 2011), y A la luna de Valencia (Lastura, 2014). Mila ha participado también en numerosas antologías, como PoeMARio (Taller del Poeta, 2010), Esta palabra mía (Republicanos de Rocafort, 2014), Y era por mayo (Lastura, 2014), Angrois (Amigos del Camino de Santiago, 2014) y Un viejo estanque (Comares, 2014).
Nos encontramos con una autora con obra y consecuencia, que desde la presidencia de la asociación cultural Concilyarte se ha convertido en una gran animadora de la vida cultural en Valencia, coordinando exposiciones de pintura, fotografía y poesía visual, y organizando numerosos e interesantes recitales en lugares emblemáticos de la capital del Turia.
El poemario que nos ocupa cuenta con un extenso y bello prólogo de Antonio Praena, una de las voces más destacables del panorama poético nacional. Bajo el título “La inocencia de la Luz”, Praena nos introduce en el tema del poemario: Jesús de Nazaret a través de algunos episodios significativos de su vida, recreados en verso por la ingeniosa pluma de Mila Villanueva. Como bien señala Praena éste es un libro valiente pues no es usual en la lírica de nuestros días encontrar un libro que verse sobre los Evangelios de una forma sencilla y profunda, con una mirada inocente y una humildad realmente admirable. Nos encontramos pues ante un libro de poesía mística con un mensaje de hondo calado.
Bajo la luna de Kislev, cuyo título alude a la luna en la que algunos estudiosos han datado el nacimiento de Cristo, está compuesto por treinta y tres poemas, que son los episodios que Mila Villanueva ha elegido para recrear un tiempo donde el milagro formaba parte de la vida cotidiana. Así se suceden con sabia longitud varios milagros poetizados con elegancia, es el caso de la gestación de Jesús en el vientre inmaculado en “Isabel”, la aparición del cometa como signo de buen presagio en “Pastoreo”, o el alumbramiento en “Natividad”. A continuación se aborda la sorpresa de varios personajes ante la visión del Nazareno, es el caso de Simón, María Magdalena, María o la Samaritana. Conmovedores son los poemas que dan cuenta de otros milagros, como aquel del caminar sobre las aguas en “Pasos”, la sanación de los pies de “El paralítico”,  el regreso al mundo de los vivos de “Lázaro” o el alivio de las llagas del cuerpo de “El leproso”. Le siguen los días y los gozos de las obras de Jesús en el monte Tabor, entre los olivos y a orillas del lago. Todo nos conduce en una sucesión cronológica de los hechos a los últimos poemas, que dan cuenta de la Pasión de Cristo, son poemas de una gran densidad expresiva y con un empleo magistral de la elipsis, he aquí varios ejemplos: Fue tan sólo un segundo, /mas tan hondo de cordura, /un segundo tan vivo,/ que abrió de par en par/ las puertas de la luz/ cuando caía ya la noche/ en el Monte Calvario. (“Dimas”); Tú mismo/ partido y repartido/ y siempre uno/ entre nosotros. (“El reparto”); o ese terceto final, genial colofón  de una vida entregada a los otros, en “Noli me tangere”: Él ha vuelto, está aquí,/ tan verdaderamente cerca,/ que jamás podrás verlo ni tocarlo.
En definitiva, Mila Villanueva demuestra poseer una fe inconmensurable en el poder sanador de la palabra en un poemario inusual por su propuesta, alejada del mundanal ruido, que nos ofrece algo muy necesario para sobrevivir en un tiempo de crisis: serenidad y esperanza.

 


jueves, 1 de octubre de 2015

Luz de los escombros. Manuel García Pérez

 
 
 



 
Luz de los escombros
 
Manuel García Pérez
 
Editorial Germanía, Alzira, 2013
 
 
 
La editorial Germanía publica el primer poemario del escritor oriolano Manuel García Pérez, que con el sugestivo título de Luz de los escombros demuestra poseer un universo lírico propio, de una belleza singular, una propuesta en las antípodas de la estética almidonada, que ahonda en paisajes sombríos para extraer la luz que anida al fondo. En este sentido, podemos definir la poesía de Manuel García Pérez como un destello en las tinieblas por lo que tiene de indagación, de reflexión, de hondura, así sus palabras, como lascas de luz, rasgan ese tupido y negro velo que no sólo es destino indisoluble de toda vida, sino también materia oscura sobre la que descifrar su sentido primigenio y último.
Pero veamos primero su trayectoria literaria, centrada hasta ahora en los campos de la narrativa y el ensayo. Manuel García Pérez, doctor en Filología y licenciado en Antropología, ha publicado las novelas juveniles Terra d´esperits (2005), La memoria del cuervo (2010) y Rostros de tiza (2012), esta última también en Germanía, además de publicar artículos relacionados con temas docentes y de Lingüística Textual. Sin embargo, fue en la poesía donde inició su carrera literaria, ganando en 1998 el Premio Nacional Creación Joven de poesía de Murcia, y algunos de sus poemas han aparecido en diversas antologías.
Introduce el libro un inquisitivo prólogo de José Luis Zerón Huguet donde comenta algunas de las claves de la poética de Manuel García Pérez, y que nos predispone para una lectura que nos sumerge sin ambages en espacios desolados, difíciles de transitar y no obstante prodigiosos por lo que tienen de evocación y elocuencia.
En cuanto a la estructura, el poemario se divide en tres partes cuasi simétricas. En la primera, que lleva por título “Diseminaciones de la escritura”, el autor define su poesía: “Esta escritura resurge/ por indelebles espacios, /es inconsistente / aunque defina cuantos vástagos de la vid/ son arrastrados por las aguas.”; y da título al libro: “La luz alumbrará/ vuestros torsos como sobre los escombros”. Nos hallamos ante una poesía en apariencia hermética y oscura, donde el paisaje se hace eco de la mirada y refleja el interior atormentado del poeta.
En la segunda parte, “Si no fluyeran los pájaros”, el lenguaje discurre por los mismos vericuetos, he aquí una loable unidad en la manera de poetizar y filosofar sobre las cosas de la vida y su reverso. Sorprende su asombrosa y vívida capacidad descriptiva para hacer físico y patente aquello inerte, y su empleo de vocablos inusuales: gredales, varga, gerifaltes, ninfosis, etc.
La tercera parte, “Hendiduras que las serpientes habitan”, reúne poemas algo más breves, pero más densos si cabe, como prolongación de un discurso violento, de una inacabable batalla entre la luz y la sombra, entre el fuego y la ceniza, pero a veces la luz también es sinónimo de renuncia, de cesura, de evanescencia.
En definitiva, Manuel García Pérez demuestra poseer una voz madurada en el silencio de la escritura y su poesía es reflejo claroscuro de una vida estoica e intensa. Una lectura estremecedora que nos pone sobre aviso de un poeta que a la manera de un Paul Celan nos recuerda que la vida es interludio procaz, rito de paso, intermitencia de la muerte abarcadora.