viernes, 18 de diciembre de 2015

Laberinto de efectos. Ricardo Virtanen

 
 


Laberinto de efectos
 
Ricardo Virtanen
 
Amargord Ediciones, Madrid, 2014
 
 
Amargord Ediciones publica la colección de aforismos líricos Laberinto de efectos, del escritor madrileño Ricardo Virtanen, que con este libro da forma a un primer estadio de su obra aforística, que se complementa con el volumen inédito La idea en el hecho. Virtanen es un autor polifacético, que reúne el ejercicio de diversas disciplinas con la misma maestría, así a su más que notable faceta poética, donde destaca su libro de haikus, Sol de hogueras (Renacimiento, 2010), une la crítica literaria y la de músico profesional en el grupo Lobos negros.
El presente libro reúne una escogida muestra de las greguerías del autor, que se hace amplio eco de problemas tan actuales como eternos, dando forma concisa a toda una suerte de ideas que encuentran en el humor, el paralelismo, la ironía y la paradoja su mejor expresión. Virtanen podría haber titulado el libro “Diccionario de efectos”, dado que se entrega a una ingeniosa tarea de redefinición de la realidad, que causa en el lector toda una gama de efectos: sorpresa, gracia, etc.
Las dos citas que inauguran el libro, de Fernando Pessoa y Joseph Joubert, sirven para introducir las intenciones del autor, por un lado marca la pauta que guiará todo el libro, el humor como realidad intrínseca, y por otro señala la síntesis de ideas necesaria para el desempeño de la escritura.
El libro se estructura en cuatro partes: “La realidad frotada (Silueta de humorismos)”, que es la más extensa; “Pompas y circunstancias”, que ya viera la luz en forma de cuaderno en 2008, “Espejismos sin espejo”; y “Orientalismos sin Oriente”, que es la más breve. Estos aforismos, que se agrupan por temas, nos ofrecen una visión del mundo alternativa y/ o distorsionada merced a la asociación de conceptos dispares con el afán de denunciar situaciones absurdas e injustas, así la crisis económica y sus consecuencias están presentes en estas mínimas, basten un par de ejemplos para advertir la intención crítica del autor:
Hoy ya no vendemos nuestra alma al diablo. Los bancos se ocupan de todo.
Hay que reconocer que el banquero siempre mantiene el tipo.
Ramón Gómez de la Serna y Carlos Edmundo de Ory son sus principales referentes, de ellos adopta el humor y la inventiva, cuando la realidad interna choca con el exterior da lugar a un estado de conciencia que interpreta las cosas como símbolos, a esta dinámica se entrega Ricardo Virtanen para alumbrar sus aforemas, dado que un profundo lirismo los anima. De efectos y de afectos se conforma el mundo que nos rodea, y Virtanen sabe combinar ambos para dar rienda suelta a su necesidad de expresión poética.



lunes, 14 de diciembre de 2015

Sucesión de lunas. Jesús Cárdenas

 
 


Sucesión de lunas
 
Jesús Cárdenas
 
Anantes Gestoría Cultural, 2015
 
 
Sucesión de lunas, publicado por Anantes Gestoría Cultural, es el quinto poemario de Jesús Cárdenas. Esta nueva obra viene a confirmar la madurez creativa del escritor sevillano.
Desde Algunos arraigos me vienen (2005), Jesús Cárdenas ha ido trazando una trayectoria poética tan interesante como ascendente, que gracias a su tesón y buen hacer le ha permitido afianzarse en la lírica de nuestros días.
El poemario que nos ocupa se abre con un prólogo firmado por el poeta, narrador y crítico Manuel Rico, titulado “La dialéctica del amor bajo la lluvia”, donde da cuenta de la asombrosa capacidad de imaginación de Cárdenas en un libro de materia amorosa que transita sin red por espacios de luz y de sombra, nos ilustra sobre las virtudes de su estructura y hace una descripción sucinta de las dos partes que lo integran.
En efecto, el poemario se divide en dos partes cuyo epígrafe sintetiza la idea que vertebra el contenido de cada una. Así la primera parte, que lleva por título “Un prodigio en la palabra”, trata precisamente del poder de ésta para retener instantes y pensamientos donde la amada es la protagonista de unos versos configurados bajo el cielo oscurecido de la noche, así, luna tras luna, el poeta vierte su voz en cuarenta y tres breves poemas que cosidos página a página en verdad configuran un solo poema de amor que reúne los estadios por los que este necesariamente pasa y cuya huella se ahonda en un discurso metafórico donde se imbrican sentimiento y naturaleza. Las citas de Pizarnik, Cernuda y Valente, nos advierten del tono de unos poemas no exentos de melancolía, pues no hay llanto sin alegría y no hay miedos sin dudas, así Cárdenas va trazando un bello discurso donde el verso y la prosa se conjugan para aliviar su alma, y he aquí uno de los grandes aciertos del poeta pues esa amalgama entre poemas de ritmo imparisílabo, con preferencia por el endecasílabo, y poemas en prosa obran en favor de un lenguaje ecléctico que busca un punto intermedio entre sentimiento e inteligencia, en este sentido, el poeta logra rehuir las trampas del corazón con elegancia merced a la precisión de la palabra cincelada por la experiencia.
La segunda parte, titulada “Promesas de espejo”, está compuesta por treinta y seis poemas donde la brevedad vuelve a ser la nota dominante de unas composiciones, en prosa la mayoría, donde la lluvia y su simbología se adueñan de buena parte de los versos, si la gota es espejo en miniatura, este se multiplica en solitaria compañía pues siempre la lluvia trae recuerdos de promesas fragmentadas. Tal vez el afán del poeta en esta segunda parte sea ordenar la memoria, torrencial cuando se desata la tormenta. Tan sólo en el silencio de la noche y por la palabra ordenada sabe el poeta que puede calmar el frío de la herida, pues también el agua, con su promesa de transparencia puede aclarar la duda, pues si hay ausencia es porque hubo compañía y a la postre todo es cuestión de tiempo.
En definitiva nos hallamos ante un poemario tan rico en imágenes como intenso en palabras, donde el autor sabe sintetizar con sabiduría la experiencia del amor y su reverso. Celebración y melancolía se reparten unos versos sencillos en apariencia, que dejan entrever un gran trabajo de introspección donde la emoción es contenida por el filo agudo de la palabra exacta,  y cuya lectura, a buen seguro, no dejará indiferente al lector avezado en la materia.

 



martes, 8 de diciembre de 2015

Quince días de fuego. Mario Lourtau

 
 


Quince días de fuego
 
Mario Lourtau
 
Ediciones Rialp, Madrid, 2010
 
 
Accésit del Premio Adonáis 2009, Quince días de fuego es el tercer poemario del autor cacereño Mario Lourtau, después de Donde gravita el hombre (2008) y Catálogo de deudores (2009). Aquí Lourtau alcanza una cota de madurez que le ha hecho merecedor de tan distinguida recompensa, un trabajo que destaca sobre todo por su gran coherencia temática y estructural, que se articula en torno al poder destructor y renovador del fuego, como necesaria transición en el estado de las cosas.
El poemario se abre con una cita de Esquilo de Eleusis que hace hincapié en lo ineludible del destino pues no hay fuego, ni siquiera el del hogar, que acoja al hombre en su anhelada permanencia. A continuación nos encontramos con un hermoso poema a modo de prólogo, “Invierno en los cerezos”, que además de glosar la cita de Esquilo, sintetiza uno de los grandes temas que vertebran el poemario: el poder creador de la palabra, verdadero remanso a la espera de que se cumpla nuestro sino.
El libro se articula en cuatro apartados, en el primero, “Bosque”, Lourtau se adentra en el bosque de las palabras para alcanzar el árbol del conocimiento, así la naturaleza adquiere un peso superior en estos versos y es el fondo sobre el que el autor reflexiona sobre el amor, la soledad y la nostalgia, emplea para ello metáforas y paralelismos, como la que equipara la carne rugosa de las manos del leñador y los anillos del tronco cortado. Aquí el fuego es símbolo de la esperanza contra el frío de la noche que llega con el hacha. Pero aún hay espacio para el milagro, como el del árbol caído que se levanta para clavar de nuevo sus raíces, metáfora del anhelo mayor del hombre.
La segunda parte, “Los estados del fuego”, se inicia con unos versos de Jorge Luis Borges donde se dan cita los cuatro elementos. Lourtau emprende un viaje iniciático desde “La creación del universo” hasta “El espíritu del fuego”. En el principio se forja el Verbo, pues por el fuego existen las palabras sombra y luz, sobre las cuales se sustenta el equilibrio de los cuerpos. Por el camino se encuentra con Heráclito de Éfeso e Ícaro El Estoico, y reflexiona sobre los múltiples usos del fuego: pira, brasa, forja.
En la tercera parte, “Arche”, Lourtau se hace eco de una cita de Félix Grande: únicamente vive lo que arde, así trenza la llama con los colores del fuego: rojo, azul, amarillo y blanco, que da lugar a otros tantos poemas homónimos con un gran poder sugeridor. En esta parte se relaciona el fuego con el ardor del cuerpo de los amantes, aunque siempre amenazado por la nevada. También hay una vista de Pompeya, cuyas calles se transformaron en verdaderos ríos de fuego y lava, y donde ahora solo queda el frío seco de las cenizas. Pero si hay un sentimiento que se impone es la nostalgia, a la que invita el crepitar de la leña que arde igual que un gran recuerdo en la noche silenciosa.
La cuarta parte, “La sed de las cenizas” está integrada por cuatro poemas, que figuran entre los más densos de todo el libro, es el caso de “Ciudad de marzo”, un gran poema dividido en cuatro partes que avanzan desde la blancura del invierno al gran solsticio verde de las flores de una incipiente primavera, un bellísimo poema donde se combinan con acierto elementos urbanos con el poder de la naturaleza, donde el invierno invita a una crítica al consumismo y su acerba exigencia que conduce al hombre a la destrucción, pero el mes de marzo da la bienvenida a la esperanza. En el poema que da título a esta última parte del libro, Lourtau se interroga sobre el destino de todas las cosas que contemplamos en la vida cuando ésta se acaba, de nuevo aparece aquí el anhelo de remar contra corriente . El poemario se cierra con el poema que da título a todo el conjunto, un broche de oro por haber vencido a la sed de las palabras, durante este período ese hombre que caminando sobre el fuego y no se quema se ha visto sorprendido por la música interior con que los bardos sueñan.
En definitiva nos hallamos ante un poemario emotivo y rico en contrastes, que consigue, merced a un ritmo deslumbrante y una gran minuciosidad, dar otra vuelta de tuerca a un símbolo tan manido como el fuego. Una lectura muy recomendable en estos tiempos que amenazan con quemar la verdadera esencia del hombre.



domingo, 6 de diciembre de 2015

Tiempo gris de cosmos. José Antonio Santano

 
 


Tiempo gris de cosmos
 
José Antonio Santano
 
Editorial Nazarí, Granada, 2014
 
 
José Antonio Santano es un poeta con una fructífera trayectoria avalada por numerosos reconocimientos, como el Premio Internacional “Barro” de Sevilla, 1993, por Profecía de Otoño; el Premio de Poesía “Ciudad de El Ejido”, 1995, por Exilio en Caridemo; el Premio Nacional de Poesía 2000 por La piedra escrita; el Premio Andalucía de la Crítica “Ópera Prima” 2005 por Trasmar; el X Premio Internacional de Poesía “Luis Feria” 2008 de la Universidad de La Laguna, Tenerife, por Razón de ser; además ha sido traducido al italiano por Emilio Coco en Il volo degli anni - Antologia poetica personale, 2007, XIV Premio Internazionale di Poesia e Letteratura “Nuove Lettere” 2009 del Instituto Italiano di Cultura di Napoli.
Este cordobés de Baena afincado en Almería también es crítico literario en prensa y revistas, colaborador habitual del Diario de Almería y del Instituto de Estudios Almerienses, actualmente dirige la publicación literaria “Cuadernos Metáfora”.
En Tiempo gris de cosmos, su último poemario hasta la fecha, publicado por Editorial Nazarí en su colección Daraxa, Santano articula un canto de fraternidad con “todos los habitantes del planeta”. El libro se inaugura con unos versos de Francisco Peralta, de quien toma el título, que a modo de tesis nos advierte del tono del poemario, donde el poeta adopta una posición necesariamente crítica para entonar un canto a la cruda realidad actual, tan muda de esperanza, donde el autor se identifica con los más desfavorecidos para devolver al hombre el centro y la capacidad de seguir soñando en un mundo donde la primavera le gane el pulso al invierno.
El poemario se divide en dos grandes secciones. En la primera parte, “Tiempos de silencio”, los poemas son por lo general breves y en ellos el poeta se sirve de elementos de la naturaleza, como la lluvia, para alzar su voz contra la injusticia e hilvanar de paso un discurso poético de altura, que pone el acento en aspectos tan actuales como eternos, siempre con una actitud crítica hacia la realidad, tan adversa como llena de incertidumbres, así en “Certeza” Santano define la rutina como ese zapato que nos aprieta y nos condena a la oscuridad y el silencio de la celda que habitamos cada día.
Santano pone en solfa los símbolos que coartan la libertad del hombre: patria, Dios y bandera, por tanto nos encontramos ante una poesía donde la belleza de los versos se aúna con el mensaje social, con un inconformismo crítico que pone el acento en los grandes males que nos acucian: el hambre, la ignorancia, la soledad. Para Santano la única salvación es posible a través de las palabras y los sentimientos, capaces de sofocar “el fuego de los tiranos”.
La poética de Santano suscribe el célebre verso de Gabriel Celaya (“la poesía es un arma cargada de futuro”), para enarbolar la bandera de la dignidad contra “la vil corrupción de los gobiernos/ el saqueo de los banqueros/ y la insolencia de la Iglesia” (“Indignado”). En “El campus”, la noche que se cierra sobre las aulas actúa como símbolo de un futuro desconcertante. Solo la luz de la palabra, verdadero recinto de subversión contra la tiranía y la avaricia, puede iluminar un mundo oscurecido, triste, frío.
En la segunda parte, que comparte epígrafe con el título del poemario, los poemas son más densos y su extensión se dilata al hilo de un discurso candencioso tan rico en imágenes como efectivo en ideas, donde Santano se sirve de la tópica pregunta de una red social para dar rienda suelta a una horda de sentimientos donde el presente y el pasado se imbrican de tal forma que conforman un nuevo tiempo: gris por el contexto, cosmos por el universo del poeta. Diez poemas, diez cantos, diez confesiones que reúnen el sentir de un soñador que afirma su ser en un mundo amenazado por la Nada.
El poemario concluye con una aproximación crítica a la poética del libro de José Cabrera Martos, donde éste realiza un profundo análisis ético y filosófico de los temas que animan el quehacer poético de José Antonio Santano, un poeta que escribe para liberarse y liberarnos de un sistema asténico.