jueves, 28 de diciembre de 2017

Tópo. David Trashumante

 
 


Tópo
David Trashumante
Amargord Ediciones, 2016
 
 
Tópo es el sugestivo título con el que David Trashumante publica su quinto poemario y lo hace en el número 30 de la emblemática colección Transatlántica/ Portbou de Amargord Ediciones, que dirige Edmundo Garrido. Tras la notoriedad alcanzada con El amor de los peces (Unaria Ediciones, 2014) y A Viva Muerte (Baile del Sol, 2015), el poeta logroñés afincado en Valencia sube un peldaño en la ascendente carrera de fondo que viene desarrollando con total entrega desde 2006 Parole, parole y otras palabras, y que destaca en el panorama actual como una de las voces más versátiles y comprometidas por su po-ética y su peculiar y apasionado modo de comunicarla.
El volumen cuenta con un interesante comentario de contraportada que firma Bartolomé Ferrando y que nos introduce en la complejidad de un libro que supone un reto apasionante para el lector ávido de nuevas aventuras poéticas. El texto de Ferrando apunta las múltiples lecturas que la obra nos ofrece como una encrucijada de caminos donde lo verdaderamente importante es caminar.
David Trashumante dedica el poemario a su fraternal amigo Eddie J. Bermúdez, compañero de Poetiks, y lo abre con doce citas de poetas que le han influido positivamente, es el caso de Raúl Zurita, Dionisio Cañas, Jorge Riechman, Chantal Maillard, Antonio Méndez Rubio y Arturo Borra, poetas afines en la (de)construcción y (re)construcción del discurso poético para hallar una nueva forma de expresión que se sitúa en los márgenes y que pone el acento en las inquietudes del hombre contemporáneo. Una poesía de tintes sociales repleta de imágenes deslumbrantes, próximas al surrealismo, que se hace eco de los problemas y preocupaciones del individuo como sujeto activo y librepensante.
David Trashumante consigue dar un paso más allá al dislocar la lógica del discurso en un ejercicio de estilo que experimenta con los límites del lenguaje para tratar de suspender el sentido de un sistema que nos enajena. Así el poeta nos presenta un discurso entrecortado donde el silencio, expresado en el blanco de la página, se constituye en otro lenguaje, que se hilvana con la palabra como expresión de la sensibilidad y la necesidad del poeta de decir o callar, para ello no duda en recurrir a toda una batería de signos que dan forma a una manera particular de poetizar el mundo y sus circunstancias con una clara vocación crítica, en consonancia con el activismo poético del que hace gala su autor, hasta el punto de convertirse en el rostro más visible del movimiento que aúna lírica y performance.
Paréntesis, corchetes, barras, puntos suspensivos, guiones, subrayados, puntos taquigráficos, braille, inserción de versos en inglés, números, notas a principio de página. Trashumante se sirve de todo tipo de signos ortográficos y visuales para deshacer o rehacer el discurso, que por otra parte se presenta vehemente, vivaz, que agita y que se sitúa en primera línea de la vanguardia con una audacia y sinceridad dignas de encomio.
El poemario se presenta sin una estructura externa que organice el conjunto, se trata más bien de un continuum donde el poeta se expresa sin tapujos, con entera libertad, y emplea para ello recursos como la aliteración y la repetición, que le permiten comunicar con contundencia un mensaje cargado de intertextualidad.
Los versos de David Trashumante se constituyen en un poema río que se nutre de múltiples afluentes, adoptando una forma minimalista que en ocasiones se torna muda, y que apela a la complicidad del lector para rellenar los huecos que el silencio genera, un silencio que aquí se constituye en un segundo lenguaje que paradójicamente, y en consecuencia, intensifica y complementa al escrito, al verbal.
En ocasiones los versos, desmembrados, desgarrados, tienden a adoptar la forma de aforismo, veamos con detalle algunos ejemplos significativos:


// el sonido es blando como el barro//
// ¿y si expresar tan solo fuera exhalar?//
// así el discurso devora las bocas//
// el topo excava un nicho para lo dicho//

El poemario resulta atípico en muchos aspectos, así, por ejemplo, no viene impreso con la paginación habitual sino que opta por la numeración de los versos, que incluye los espacios que el autor ha ido omitiendo voluntariamente, y que desembocan en 1690: año de de publicación de An Essay Concerning Human Understanding, de John Locke, una efeméride que el autor repite sucesivamente hasta en seis ocasiones para recordarnos que llevamos más de 300 años luchando para conseguir hacer carne sus palabras, y que se erige en verdadera tesis que le permite justificar todo lo dicho (y lo no dicho) en los 1690 versos precedentes.
  
En definitiva, David Trashumante camina alto, sin red, por el alambre de la conciencia en un poemario consecuente por su contenido y audaz por su propuesta, que, sin duda, marca un decidido punto de inflexión en su poética, lejos del mundanal ruido de los cenáculos literarios, que sale a pie de calle para vociferar sus ideas poéticas.
 
Gregorio Muelas Bermúdez
 
Reseña publicada en el nº 0 / 1 de CRÁTERA Revista de crítica y poesía contemporánea.
 





martes, 26 de diciembre de 2017

Contra las cosas redondas. Jesús Jiménez Domínguez

 
 


Contra las cosas redondas
 Jesús Jiménez Domínguez
 La Bella Varsovia, 2016
  
La Bella Varsovia publica el nuevo poemario de Jesús Jiménez Domínguez (Zaragoza, 1970), Contra las cosas redondas, un título curioso y significativo para su tercer libro de poesía, tras los premiados Fundido en negro (DVD, 2007), con el que obtuvo el Premio “Hermanos Argensola”, y Frecuencias (Visor, 2012), que mereció el “Ciudad de Burgos”. Trabajos que lo situaron en la órbita de la mejor poesía española de los últimos años y que ahora se afianza merced a la encomiable labor de Elena Medel, quien acierta a editarlo con una sugerente fotografía de cubierta de José Laíño, que actúa como tesis visual del libro.
Lo primero que destaca es su compleja estructura, el libro se divide en cinco grandes apartados introducidos por una preposición (ante, bajo, cabe, con y contra) e integrados por siete poemas cada uno, treinta y cinco composiciones de largo aliento, desbordante imaginación e impecable hechura.
El poemario se presenta con unas “Credenciales” donde el autor se hace par con el instante de «los días, llegando de uno en uno» porque «al pasado —para qué— no le pido cuentas» y «del porvenir sé lo justo». En “Café solo” afirma que «Dios hizo el mundo» pero que los poetas «lo mantienen en continuo funcionamiento». En “Rimbaud regresa a casa” exclama: «Mañana, que palabra tan grande para una página tan pequeña». Como se puede apreciar, el discurso de Jesús Jiménez Domínguez no carece de sentido del humor y despliega con fina ironía infinidad de posibilidades, de caminos transversales por donde fluyen libres los versos con vocación de crítica.
La poética de Jesús Jiménez Domínguez se nutre de las cosas que configuran nuestro mundo y su devenir, que le llevan a densificar su discurso en aras de abarcar una realidad vastísima que la «Poesía, la alumna aventajada de la luz» le permite asir en armonía. El autor reflexiona sobre múltiples temas, como la Historia Universal, que en “El escriba sentado (Musée du Louvre)” define como «una larga espera, una gran vacilación / y una pequeña, vaga esperanza», y el Tiempo, como en “Larga duración”, donde se hace eco de civilizaciones que «se alzan y se abisman», y en “Perder la cabeza”, donde a propósito de Hölderlin confiesa: «la Historia, viuda del Tiempo».
Existe, además, en su poesía una veta culturalista que el autor sabe conjugar con maestría, algo que se hace notar en poemas como “MCMLXX”, por donde desfilan Hendrix, Mishima y George Harrison; en el mencionado “Larga duración”, donde se superponen «las ínfimas caídas del Imperio Romano, del Titanic, / de la manzana colérica de Newton, del Tercer Reich, / de Wall Street en el 29»; en “La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp (Rembrandt. Galería Mauritshuis, La Haya)”; o en esa “Biblioteca de barrio” donde se hacinan las tragedias de Shakespeare con «los libros oscuros y pesarosos, apilados como nichos» de Emily Dickinson, Vladimír Holan u Ossip Mandelstam.
Anteriormente hacía mención del ingenioso sentido del humor que el autor atesora, y cito ahora un ejemplo paradigmático, contenido en el poema “Helada”, donde manifiesta: «Un asistente al Encuentro Anual de Nihilistas / se pierde en medio de la nada y Nadie, su alcalde / y único habitante, parte sin demora a buscarlo». El resto no tiene desperdicio.
En ocasiones la poesía, y la inventiva, de Jesús Jiménez Domínguez desbordan diques, formas, y se hacen prosa lírica que incide en una realidad, a menudo, adversa, que se evade sin demora hacia los límites imperceptibles de un tiempo inasible, en desbandada. Así sucede en “Enseñando a hablar al eco”, donde el insomnio de la razón crea sombras a imagen y semejanza de nuestros miedos más íntimos.
Jesús Jiménez Domínguez también demuestra ser un poeta cosmopolita, que viaja y canta, no sin cierto estupor y con ribetes de sátira, a la capital de Italia, «llena de cruces», en “Días de adviento” y “Roma, ciudad tachada”; y a Portugal, de «sábanas tendidas en las fachadas», en “De profundis (Oporto en sepia)”, y en “Hotel Lawrence”, donde evoca la Sintra de Byron, «el mayor poeta de Inglaterra».
Pero es en el poema que da título al libro donde condensa su mensaje, así al comienzo dice el poeta: «Amamos las cosas redondas pensando / que han de ser eternas y amables y perfectas», para oponerse al final con «las cosas informes», imperfectas, imprecisas, irregulares, porque la belleza se marchita en la tersura de la intemperie y requiere de taras, abolladuras, dobleces para permanecer intacta. No podría titular mejor Jesús Jiménez Domínguez su nuevo poemario pues deviene en alegoría de un mundo desordenado, en quiebra, que parece pasearse por los espejos cóncavos y convexos de Valle-Inclán.


Gregorio Muelas Bermúdez

Reseña publicada en el nº 0 / 1 de CRÁTERA Revista de crítica y poesía contemporánea.
 




martes, 7 de noviembre de 2017

Presentación del nº 2 de CRÁTERA en Catarroja

 
 



Próxima presentación del nº 2 de CRÁTERA Revista de crítica y poesía contemporánea, el próximo jueves día 9 de noviembre, a las 19:30 horas, en la Sala Multiusos de la Casa Palacio de Vivanco (Camí Real, 22), sede del Ajuntament de Catarroja (Valencia).

Introducirá el acto el Excmo. alcalde de Catarroja D. Jesús Monzó i Cubillos.

Intervendrán Gregorio Muelas Bermúdez, José Antonio Olmedo López-Amor y Jorge Ortiz Robla, fundadores y directores de la revista, acompañados por Bibiana Collado Cabrera, miembro del Comité asesor y Accésit del prestigioso Premio Adonáis en 2016 y ganadora del Premio Complutense de Literatura 2017.

Organiza:

Crátera. Revista de crítica y poesía contemporánea, Ajuntament de Catarroja y Asociación Literaria Crátarroja.
 



Contenidos y colaboradores del n.º 2:
 
Ilustraciones:
Cubierta: Juan Carlos Mestre
Portadillas: Enriqueta Hueso, Ricardo Ranz, Marcelo Díaz, Sara García Lafont.
 
Inéditos:
Luis Antonio de Villena, Nuno Júdice, Jorge Riechmann, Enrique Falcón, Alejandro López Andrada, Juan Ramón Barat, Guadalupe Grande, Marta López Vilar, Vanesa Pérez-Sauquillo, Verónica Aranda, José Cabrera Martos, Rafael Correcher, Sergio Navarro, David Trashumante, Ramon Ramon, Teresa Ramos.
 
La mirada de Basho (haikus):
Félix Arce Araiz, Mila Villanueva, Xaro Ortolá.
 
Experimental:
Juan López de Ael, Fran Soto (selección de David Acebes Sampedro).
 
Traducción:
Robert Serban por Elisabeta Botan; Stela Sourafí y Ceofanis Panagiotópoulos por Natasa Lambrou.
 
La entrevista:
Nacho Escuín por Jorge Ortiz Robla
 
Investigación:
Hilde Domin y el despertar de la conciencia poética” por Gema Estudillo.
 
Reseñas:
Entre dos nadas. Antología consultada” de Francisco Brines por José Luis Morante;
“Cantó un pájaro. Antología esencial” de Vicente Gallego por Santos Domínguez;
“Sin ir más lejos” de Fermín Herrero por David Acebes Sampedro;
“Poesía Completa” de Mário de Sá-Carneiro por José Ángel García Caballero;
“De exilios y moradas” de José Luis Zerón Huguet por Gregorio Muelas Bermúdez;
“El primer día” de Julio César Galán por Gregorio Muelas Bermúdez;
“Tú me mueves” de Agustín Pérez Leal por José Antonio Olmedo López-Amor;
“Sangre seca” de Josep M. Rodríguez por José Antonio Olmedo López-Amor.
 
Leído por:
La noche de Europa” de Dionisio Cañas por Ramón Campos;
“Geometría del Abismo” de David Sarrión Galdón por Jorge Ortiz Robla;
“Cada noche un poema. Antología” de Montserrat Abelló por Antonio Praena;
“Acadèmia d´idiomes invisibles” de Anna Bou Jorba por Eduard Xavier Montesinos.
 
 






domingo, 22 de octubre de 2017

Solzhenitsyn, la conciencia del Gulag

 
 



Alexandr Solzhenitsyn fue sentenciado en 1945 a ocho años de prisión por las opiniones antiestalinistas que escribió a un amigo. Deportado en la Rusia central, enseñó matemáticas al tiempo que escribía. Sus experiencias en el "gulag" le proporcionaron material para su primera novela: Un día en la vida de Iván Denisovich (1962). En 1969 fue expulsado de la Unión de Escritores Soviéticos por denunciar la censura oficial, que había prohibido algunos de sus libros. Sin embargo, fue galardonado en 1970 con el Premio Nobel de Literatura. A raíz de la publicación en Francia en 1973 de la primera parte de El Archipiélago Gulag, un análisis del sistema de prisiones soviético, del terrorismo de Estado y de la policía secreta, Solzhenitsyn fue deportado a Alemania Oriental y privado de la ciudadanía soviética en febrero de 1974. En 1990 recuperó oficialmente la ciudadanía y pudo regresar al fin a su país en 1994, tras la caída del Imperio Soviético.




El "gulag" era la red de campamentos de la autoridad soviética para la seguridad del Estado, es decir, campos de concentración para disidentes políticos y sociales. Se estima la cifra de doce millones de personas confinadas en dichos campos, víctimas del infierno de la represión. Muchos artistas "contestatarios" padecieron la barbarie estatal, un caso célebre es el del poeta Joseph Brodsky, Premio Nobel de Literatura de 1987.
 
 


El Archipiélago Gulag (fragmento):

"Sobre la superficie de una corriente rápida es imposible distinguir los reflejos, tanto próximos como lejanos; aunque el agua no sea turbia, aunque la espuma no la cubra, la constante oscilación de la corriente, el inquieto burbujear del agua hacen que los reflejos sean deformes, imprecisos, incomprensibles."
 
 
 

 
 
Gregorio Muelas Bermúdez






domingo, 1 de octubre de 2017

Mi venganza es amar. Ana Pérez Cañamares

 
 


Mi venganza es amar
Ana Pérez Cañamares
Asociación de Escritores Extremeños, 2017
 
 
Mi venganza es amar es el cuaderno 90 del Aula Literaria Jesús Delgado Valhondo, que publica la Asociación de Escritores Extremeños, bajo la dirección de Antonio Orihuela y Marino González Montero. Un aula por la que han pasado autores tan ilustres como Francisco Brines, Ada Salas, Antonio Gamoneda, Félix Grande, Ana Rossetti, Jorge Riechmann, Juan Carlos Mestre u Olvido García Valdés, por citar sólo algunas de sus primeras entregas.

Y es que la obra de Ana Pérez Cañamares (Santa Cruz de Tenerife, 1968) no es para menos, autora de diversos poemarios, como La alambrada de mi boca (Baile del Sol, 2007) o Las sumas y los restos (Devenir, 2013), con el que obtuvo el Premio Blas de Otero-Villa de Bilbao 2012, además de aforismos y haikus, es una poeta activa y reivindicativa, que participa con frecuencia en festivales y cuya poética ya ha sido vertida a diferentes lenguas, como el inglés, el griego, el polaco, el croata y el portugués.

Nos encontramos con una autora con obra y consecuencia, que en este cuaderno, de significativo título, reúne algunas de sus composiciones más emblemáticas, que se hallan enmarcadas entre dos composiciones que adoptan una forma semejante al haiku, como la última, que me permito reproducir a continuación por su agudeza e ingenio:

Capitalismo.
Mi venganza es amar
lo que él desprecia.”

Esta antología, breve pero densa, se inicia con una declaración de intenciones, “Poética y política”, donde en apenas tres versos la autora declara su filiación con el otro partiendo de sí misma, es decir, escribiendo sobre ella y sus circunstancias, “porque yo/ soy cualquiera”. El resto no tiene desperdicio, son muchos los temas que Ana Pérez Cañamares toca y versa desde los emotivos primeros poemas, que dedica a la memoria de su madre, como “Generaciones”, y siempre sin cejar en el valor y el poder de la palabra para que “no olvide pelear por su utilidad”. También hay lugar para la metapoesía, para la reflexión sobre la propia escritura del poema y sus vicisitudes, donde afirma: “Escribo palabras como barandillas./ Me asomo desde ellas y no me caigo”.

Pero es tal vez en los últimos poemas donde más y mejor aflora el sentido que Ana Pérez Cañamares aporta a su poesía, donde conecta con lo social con necesaria vocación de denuncia, por ejemplo a la libertad condicionada en “Hijo mío”, donde afirma: “si quisiera tener otro hijo/ tendría que llevarlo al Banco de la esquina/ porque suya es mi casa”. Una vocación que comparte con David Trashumante, a quien dedica un poema y con el que coincide en la necesidad de escribir sus inquietudes para decirlas en voz alta.

En definitiva, Ana Pérez Cañamares consigue concitar lo emotivo, lo metapoético y lo social en apenas treinta páginas, un mérito que comparte con generosidad porque dice: “yo tengo un nosotros”, “yo no soy sólo yo”.

 
Gregorio Muelas Bermúdez



jueves, 21 de septiembre de 2017

Presbicia. Jorge Ortiz Robla

 
 


Presbicia
Jorge Ortiz Robla
Baile del Sol Ediciones, Tenerife, 2016
 
 
Presbicia es el significativo título con el que Jorge Ortiz Robla (Las Palmas de Gran Canaria, 1980) publica su nueva entrega poética, tras el éxito de su opera prima La simetría de los insectos (Lastura, 2014), y lo hace en una editorial señera y en una colección emblemática, la tinerfeña Baile del Sol en el número 197 de su colección “Sitio del fuego”.

No podía elegir mejor título su autor pues la presbicia, también denominada vista cansada, se debe a una anomalía o defecto del ojo que imposibilita ver con claridad los objetos cercanos, en efecto, ese es el sentido de este poemario, donde Jorge Ortiz Robla nos invita a reflexionar sobre las cosas cotidianas, aquellas que vemos día a día y que la mayoría de las veces, de estar tan cerca, apenas reparamos o nos detenemos en ellas, es en estas cosas donde el poeta, como muy bien señala David Trashumante en el comentario que firma en la contraportada, es “el que ve, el que mira, el que enfoca desde lo múltiple” la vida, pero con la debida distancia para observar con actitud crítica y compromiso social, es esta una de las señas de identidad del estilo del poeta canario afincado en Catarroja, otra, tal vez la más definitoria, es el lenguaje que emplea, caracterizado por una envidiable sencillez tras la que se vislumbra un intenso trabajo de depuración.

Las dos citas que encabezan el libro, de Fernando Pessoa y Pablo Neruda, señalan los puntos de vista que guiarán el contenido del poemario y la necesidad de cambiar el mundo que nos rodea. Como dos son los ejes, o partes, sobre los que se articula: “La tierra es circular”, que agrupa diez poemas breves, y “Presbicia”, bajo cuyo epígrafe se reúnen veintidós poemas.

De lúcida podemos calificar la palabra de Jorge Ortiz en el poemario que nos ocupa pues es su realidad y su desnudez, liberada de prejuicios, la que le permite decir con voz clara y precisa lo que nuestros ojos, los del lector activo, inquieto, necesitan.

Sin más título que el cardinal que los ordena, los diez poemas que constituyen la primera parte indagan, o más bien reflexionan, sobre el otro lado, que se extiende sobre “la grieta sucia, casi opaca” porque “la tierra es circular/ como los puntos de vista”.

En la segunda parte es donde lo lírico y lo social se imbrican para poner de relieve la intrínseca ceguera de una sociedad decadente, así reza en el poema paradigma:

La economía sufre presbicia.
La religión sufre presbicia.
La política sufre presbicia.
La sociedad sufre presbicia.
Hay que cambiar la lente,
hay que volver a aprender
hay que enseñar
a enfocar.”

Pero Jorge Ortiz también echa mano de las nuevas tecnologías, que no son más que una ilusión de libertad, como el pájaro enjaulado que no aprende a volar.

El ojo es la metáfora, a través de él enfoca el “punto próximo” y “el punto remoto” para decir lo que no queremos escuchar, y lo hace con un lirismo conciliador, que pone el acento en la necesidad de desvelar lo aparentemente rutinario, como el fin, cuyo sonido nos acompaña desde el inicio, parafraseando un verso de Agustín Fernández Mayo, referente del autor; o la capacidad de amar, algo relativo y temporal, que es lo que nos hace precisamente humanos, sobre una anécdota de Stephen Hawking.

Los versos de Jorge Ortiz ponen en solfa esa moral que permanece impasible ante el drama de aquellos que buscan una nueva vida desde el otro lado del océano porque como dice en el poema “Borges”:

Era la nieve
la que moraba dentro
de sus pupilas.”

Y es que, en definitiva, Jorge Ortiz nos habla de cerca para decirnos con voz lírica lo que nuestros ojos, cansados de promesas, no ven o prefieren no mirar. Ese es el mensaje del poeta, miren y lean y, sobre todo, actúen sobre la realidad.
 
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez



miércoles, 20 de septiembre de 2017

Taller de Poesía con Vicente Gallego

 
 


Noticia publicada en Todo Literatura:
 
 
 
El domingo día 8 de octubre de 2017 tendrá lugar un nuevo Taller de Poesía con Vicente Gallego (Valencia, 1963), organizado por la asociación cultural Concilyarte, presidida por Mila Villanueva. Dicho taller se llevará a cabo en un lugar emblemático, espacio de serenidad, reflexión y recogimiento, el Monasterio franciscano de Santo Espíritu (Sancti Spiritu) del Monte, sito en Gilet (Valencia).

El monasterio del siglo XVII (la iglesia actual), aunque fundado por María de Luna, esposa de Martín I el Humano (1356-1410), a raíz de la pacificación de Sicilia, cuenta con una dilatada historia y además ya ha sido escenario de diversos talleres y encuentros de poesía, como el reciente II Encuentro Internacional de Poetas Ártemis, que tuvo lugar del 26 al 28 de mayo del presente año.

En esta ocasión, el autor de Saber de grillos (2015) y Ser el canto (2016), por citar sus últimos y premiados poemarios, Premio Emilio Alarcos y Generación del 27, respectivamente, ambos publicados por Visor, orientará el Taller, en primer lugar, a repasar los fundamentos teóricos del oficio, centrándose especialmente en los peligros que acechan la escritura poética. En segundo lugar, dedicará un apartado a descubrir a nuevos poetas, que a pesar de no ser demasiado conocidos han sido autores de excelentes textos. Por último, se centrará, sobre todo, en la puesta en común de los poemas escritos por los asistentes, creando un clima de confianza y diálogo propicio a la creación.

El horario del Taller abarcará de 10 a 19 horas, y el precio establecido para la matrícula es de 50€. Para más información, pueden solicitarla a través del número de teléfono que aparece en el cartel anunciador.

 
 
Gregorio Muelas Bermúdez



sábado, 16 de septiembre de 2017

La esperanza es una cosa con alas. Emily Dickinson

 
 


La esperanza es una cosa con alas
Emily Dickinson
Edición de Hilario Barrero
Ravenswood Books Editorial, 2017
 
 
Ravenswood Books Editorial publica el n.º 2 de su colección “La isla primavera” -de ensayo, antologías y otras literaturas-, una selección de poemas breves de Emily Dickinson (1830-1886) con el bellísimo título La esperanza es una cosa con alas, una exquisita edición de Hilario Barrero (Toledo, 1946), que además de la traducción, es autor de las ilustraciones y el prólogo, que “como un tapiz colgado en la mansión del silencio” nos invita a adentrarnos en el país de esta misteriosa poeta norteamericana.

Antes de entrar en materia es preciso detenerse en el excelente trabajo que viene desarrollando esta pequeña editorial, que desde Almería y de la mano de Antonio Cruz Romero pretende editar sin imperativos ni obligaciones pero con gran ilusión a autores tal vez menos conocidos y otros foráneos, además de sostener el magazine homónimo, que ya ha alcanzado su n.º 10. Vaya por delante mi enhorabuena por su decidida apuesta por la calidad y el diseño.

Y qué decir de la edición que nos ocupa, pues que se trata de una auténtica belleza donde nuestro poeta en Nueva York, Hilario Barrero, ha vertido al castellano, con ajustada precisión y enorme delicadeza, los versos de la poeta de Amherst (Massachusetts), amén de acompañar los textos con quince dibujos de cosecha propia a lápiz y en blanco y negro, además de la sugestiva ilustración en color de cubierta, con su inconfundible estilo.

Una antología bilingüe que reúne cincuenta y cinco composiciones, ordenadas cronológicamente, tan breves como la vida de la poeta, que “murió en mayo a los 55 años”. Prisionera de sí misma su vida fue una cárcel y, sin embargo, tras su lectura nos queda una esperanza alada, como ese júbilo que inicia el libro, fruto del soñado viaje al mar “de un alma de tierra adentro”. Incluso cuando “el tiempo demasiado feliz se evapora” la angustia no tiene “demasiado peso para volar”.

No dejen de leer a una poeta tan clásica como actual en esta original propuesta, una antología de autor donde Hilario Barrero establece un fructífero diálogo emocional que se inició en “noviembre de 1979” y que “nunca cesa de cantar”.

 
 
Gregorio Muelas Bermúdez



martes, 12 de septiembre de 2017

Calles/ Carrers. André Cruchaga

 
 
 
 
Calles/ Carrers
André Cruchaga
Traducción al catalán Pere Bessó
Imprenta y Offset Ricaldone, El Salvador, 2017
 
 
 
PRÓLOGO

OFICIO PARA SONÁMBULOS



Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce
a un gris residuo en la memoria.

Ida Vitale



La poesía de André Cruchaga es un apasionante viaje iniciático por las calles más intrincadas y oscuras del alma humana, unas calles humedecidas por el relente de la melancolía, porque el paisaje de fondo que se vislumbra en sus poemas no es más, ni menos, que un reflejo bruñido de nuestro interior más torturado. Un fondo, por otro lado, plagado de contrastes, al que el poeta salvadoreño ha sabido aplicar la forma idónea, el poema en prosa.

André Cruchaga hace poesía del conocido aserto de José Saramago, según el cual el Nobel portugués decía escribir para desasosegar, es decir, para incomodar la sensibilidad del lector con la intención de poner en crisis el sustrato de su conciencia. Para ello, el autor recurre a un lenguaje incisivo a la par que efectista para provocar ese despabilamiento capaz de abstraer al individuo del confortmismo más inocuo y vacío. Porque la vida duele y somos herida abierta, André Cruchaga indaga en sus extremos con el poder que le otorga la palabra encendida.

A priori no resulta sencilla la lectura de los versos de Cruchaga, que es capaz de llevar el lenguaje al más alto nivel de inventiva, llegando a asumir los presupuestos surrealistas. Así las metáforas, tan deslumbrantes como crípticas, se suceden e hilvanan de un modo muy singular. Sin duda, André Cruchaga exhibe un estilo propio, sin parangón en el ámbito latinoamericano actual, que gracias a su innegable calidad estética, forjada en el yunque del culteranismo más ecléctico y vanguardista, con más espacios de sombra que de luz, y merced al ritmo subterráneo de su escritura, ha conseguido trasponer fronteras, tanto físicas como idiomáticas, así sus libros han visto la luz en Estados Unidos, México y Cuba, y sus versos se han vertido a diversas lenguas, como el francés, el inglés, por Grace B. Castro H., el euskera, el catalán, de la mano de Pere Bessó, y el rumano, gracias, entre otros, a Elisabeta Botan y Andrei Langa. Un cosmopolitismo que dice mucho del eco y alcance de su obra.

Y es que a André Cruchaga ninguna palabra le es ajena, ninguna se resiste a formar parte de su discurso, un discurso, por otro lado, que fluye torrencial y cadencioso, como expresión cifrada de un pensamiento crítico. De ahí que su léxico sea asombrosamente amplio, con un uso eficaz de la sinestesia, el clímax y otras figuras retóricas, dispuestas al servicio del ideario poético de su autor, siempre fiel a su estética, de la que se desprende una reflexión sobre el sufrimiento y la angustia. Podríamos tachar a su poesía de existencialista y sería insuficiente para definir una propuesta que en verdad supera cualquier etiqueta, todas parecen exiguas para abarcar los múltiples matices de unos poemas de esencia onírica.

Una extensa cita de Joan Brossa, referente del poeta, a modo de proemio (conviene nombrar a otros autores, como Efraín Huerta, Vicente Huidobro, Ida Vitale o José Martí, o los franceses Jacques Prévert, Louis Aragon o Paul Éluard, a los que el poeta cita entre sus páginas y que permiten reconocer algunas de sus influencias) abre paso al “Litoral” de versos que transitan por las calles de un libro complejo, metafísico, que es un dechado de significantes y significados. Si antes se hacía alusión al culteranismo, ahora se podría hablar de un conceptismo barnizado por el influjo de la vanguardia. André Cruchaga bebe de muchas aguas para calmar su ansia, pero es su enorme capacidad dialéctica y la plasticidad de las imágenes que crea las principales características de un estilo tan elocuente como preciso.

Los ochenta y tres poemas que integran este libro se erigen en otras tantas maneras de interpretar el mundo, el mundo propio del poeta, que, con su decir particular, único, enuncia la estrecha relación o permanente vínculo que hace de las cosas un flujo continuo. No es de extrañar que estos poemas no se agoten en una sola lectura pues exigen del lector una atención metódica, solo así, tras sucesivas lecturas, podrá advertir los numerosos senderos que se bifurcan, la multiplicidad de matices y aristas, el tono de denuncia que vierte en su poesía.

Nos hallamos ante poemas que se estratifican en diversas voces, expresadas en letra normal y en cursiva y habitualmente marcadas por paréntesis, guiones o corchetes. Ciertamente no existe mejor forma de enunciar este vehemente discurso contra la intolerancia. Pero si algo caracteriza el estilo de Cruchaga es el particular tratamiento que hace de los temas que le preocupan: la muerte, porque el poeta sabe “de antemano que toda la carne va a dar a la tierra”, como “tardío colofón de epitafios”; la angustia, o el miedo. Cualquier poema, extraído al azar, es un paradigma, tal es la inquietud del poeta por descifrar la verdadera raíz del sufrimiento.

Otro de los grandes logros de la poesía de André Cruchaga es su capacidad para hacer concreto lo abstracto a través de la creación de imágenes de un gran poder sugeridor y una asombrosa fisicidad, cuya interpretación coadyuva a contrarrestar los efectos deshumanizadores del gran capital. Sin duda, nos hallamos ante una poesía que no pretende dejar indiferente a nadie, pues el oficio del poeta debe ser alertar al lector u oyente sobre las presumibles consecuencias de un mundo que navega a la deriva y que amenaza con arrastrar al hombre en su vorágine, pues éste, libre de su albedrío, se devana en trivialidades propias de un incipiente estado de sonambulismo.


Gregorio Muelas Bermúdez
Catarroja, Valencia, abril de 2017