domingo, 26 de febrero de 2017

NO FEAR // NO FIERA. David Trashumante

 
 


NO FEAR // NO FIERA
David Trashumante
Babilonia, Xàtiva, 2017
 
 
Ediciones Babilonia, que coordina Paco Pérez Belda, publica en el n.º 76 de su colección de poesía visual “Pliegos de la visión”, el nuevo trabajo de David Trashumante con el título NO FEAR // NO FIERA, un juego de palabras que aúna los dos ejes sobre los que se sustenta el cuaderno, por un lado el peligro que representan las armas de fuego, desde el fusil al lanzamisiles, los ingenios de tortura, como la soga y la guillotina, y de represión, como las alambradas, los gases y las esposas; y por otro, la inocencia de los animales salvajes y domésticos, que muchas veces se ven obligados a coexistir con las manifestaciones físicas de la violencia que genera el ser humano.

El cuaderno reúne treinta y dos poemas visuales, introducidos por un breve comentario de Ana Pérez Cañamares, que por su significación reproduzco íntegro a continuación:

Nunca se ha sabido de la Primera Guerra Mundial Felina o de un Campo de Concentración de Ardillas o del Ministro de Defensa Vacuno. Dichosos los animales, sin Historia de la que avergonzarse.

El cuaderno se abre con una imagen muy significativa: una soga en la que se ha posado un pajarillo. David Trashumante sabe combinar con ingenio e intención crítica dos elementos contrapuestos para lanzar un mensaje directo a la conciencia del lectoespectador.
 
 
 
 
Por sus páginas transitan animales de las más variadas especies: insectos, moluscos, reptiles, aves, mamíferos, que interactúan en rara “armonía” con armas de fuego, misiles, aviones y helicópteros de combate, estableciendo una extraña relación que hace de todo el conjunto una acerba crítica a los medios que coartan la libertad del hombre en su sentido más ético, sin duda, una loable forma de alertar contra la bestialización que amenaza con destruir esa parte de nobleza que compartimos con los animales.
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez
 
 
 



domingo, 19 de febrero de 2017

Césped de caribú. Chema Lagarón

 
 


Césped de caribú
Chema Lagarón
Ejemplar Único, Alzira, 2016
 
 
Ejemplar Único, el proyecto editorial que dirige el artista Gabriel Viñals, publica en el número 40 de su colección “Poética y peatonal”, el nuevo poemario del polifacético Chema Lagarón, que bajo el bellísimo título Césped de caribú reúne veintiún poemas donde el autor ponferradino afincado en Valencia omite los signos de puntuación para que el caudal de sus versos fluya libre, como expresión precisa de una conciencia solidaria y cosmopolita.

Todos los defectos están entramados en la perfección”, así comienza un poemario donde la elegancia del discurso, que muchas veces viene dada por la sabia combinación de vocablos de gran plasticidad (“nubes perezosas”, “ciudad catalejo”, “distancia miope”, “bruto silencio), se sostiene sobre el “molde gelatinoso de la mirada”.

Tres son los grandes rasgos que definen el estilo de Chema Lagarón: la abundancia de imágenes de inspiración surrealista, la apuesta por un cosmopolitismo que es fruto de las experiencias del poeta y
una tendencia culturalista que hace de contrapunto al tono general de denuncia:

XI

En las tardes de sol
los vertebrados se encadenan a sus pasos
abandonan las minas de sal
para entregar la espiga y solazarse
mientras elaboran listas de consumo

dicen de los huesos
que brillan en la oscuridad

pero yo digo
que mi espacio debe ser impenetrable

Chema Lagarón traza un amplio arco geográfico que abarca desde el monte McKinley a Japón, pasando por Guatapé, en Colombia, "la media luna de Damasco", y la Ítaca de Odiseo, hasta desembocar en el puerto de Hamburgo.

Como es habitual en esta colección, se trata de una edición de coleccionista que consta tan sólo de 21 ejemplares numerados y firmados por el autor y el editor, Gabriel Viñals, que acompaña el libro con 21 obras pictóricas originales y de su autoría realizadas sobre el efímero soporte de camisetas.
 
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez
 

 



domingo, 12 de febrero de 2017

Un fragmento de eternidad. Comentario de Alejandro López Andrada

 
 



La obra Un fragmento de eternidad rezuma autenticidad y hondura emocionada. Un poemario lleno de una luminosidad sobria y trascendente que traspasa la realidad de un dolor metafísico, de un humanismo sustancial que aclara e ilumina las sombras y los recovecos de nuestra existencia. También, por otro lado, en algunos poemas aparecen elementos de la naturaleza muy interesantes y muy bien imbricados en el discurso poético, de modo que suavizan y atenúan la desolación del poemario, sus aristas más duras y sombrías, endulzándolas de algún modo, poetizando la áspera realidad del mundo exterior. En fin, un libro hondo, emotivo, sincero y emocionado.



lunes, 6 de febrero de 2017

Fiera venganza del tiempo. Carlos Vaquerizo

 
 


Fiera venganza del tiempo
Carlos Vaquerizo
Ediciones Rialp, Madrid, 2006
 
 
Fiera venganza del tiempo, con este título, extraído de una célebre canción de Carlos Gardel, que expresa el indefectible final que nos reserva el tiempo como elemento que mediatiza y determina el carácter de nuestra existencia, obtuvo el poeta sevillano Carlos Vaquerizo (1978) el Premio “Adonais” 2005. Doble mérito si tenemos en cuanto que el emblemático premio le fue otorgado por su primer poemario, que edita Rialp en el número 588 de su clásica colección. Y es poesía existencial la que albergan estos versos forjados en el yunque del endecasílabo y el heptasílabo y que configuran un conjunto armonioso que aúna con sabiduría fondo y forma para hacerse eco de las grandes preocupaciones del hombre contemporáneo.

El poemario se estructura en siete apartados, desde “Génesis”, donde reinterpreta el tiempo primigenio y exalta los elementos naturales: el fuego, la lluvia, el aire; hasta “Eros”, donde canta a la mujer amada y su recuerdo: “Estás aquí./ Elemental./ Tus manos bastan.”. Por el camino “La herencia”, “Infancia”, “La belleza”, “Tiempo en travesía” y “Psique y el tiempo”, hasta llegar al último poema, “A modo de final”, donde declara: “todo confluye, al fin, en un principio”.

Carlos Vaquerizo nos entrega un primer poemario maduro, que aborda con brillante intuición aquellos temas en que se traduce el anhelo del ser humano por perdurar. Poesía metafísica que en sus siguientes trabajos, hasta los más recientes Quienes me habitan (La Isla de Siltolá, 2015) y Rebato del tiempo (Samarcanda, 2016), ha merecido el favor de la crítica.
 
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez



miércoles, 1 de febrero de 2017

Las exploraciones. Manuel García Pérez

 
 


Las exploraciones
Manuel García Pérez
Editorial Neopàtria, Alzira, 2016
 
 
Editorial Neopàtria publica Las exploraciones, el segundo poemario de Manuel García Pérez (Orihuela, 1976), una obra que viene a refrendar el estilo del autor de Luz de los escombros (Germanía, 2013), marcado por un lenguaje incisivo, que se expresa en verso libre para inquirir metafóricamente en las entrañas de una sociedad embrutecida por las circunstancias.

Sorprende a priori el tema del poemario por lo inusual de su propuesta: una reflexión sobre la violencia humana. Sin embargo, el poeta explora con la intención de arrojar luz sobre los recovecos del alma cuando ésta ha perdido toda esperanza. Y es en esa indagación donde el poeta es capaz de hallar un resplandor que se aproxime a una especie de belleza.

Sin duda, Las exploraciones marca una continuidad con su anterior trabajo poético pues guarda no pocas concomitancias con aquel en cuanto a fondo y forma, pues aquí encontramos de nuevo imágenes deslumbrantes, cautivadoras y tan cortantes como el filo de una navaja, que recrean el inquietante mundo en que vivimos, donde la muerte siempre acecha en lo oscuro.

El poemario se abre con un prólogo firmado por Luisa Pastor, que toma un verso de R. G. Collingwood para titular el texto y definir el conjunto: “La zarza encendida”. No es la poesía de Manuel García Pérez un asidero, sino un desasosiego continuo, que pone en solfa los excesos del hombre contemporáneo.

Antes de adentrarnos de lleno en el contenido del poemario, conviene mencionar los sugerentes dibujos que ilustran los títulos de las cuatro secciones en que se divide el conjunto, obra de Roberto Ferrández Gil, que repite colaboración con el escritor oriolano.

Como decimos, el libro se estructura en cuatro apartados con títulos muy significativos, así el primero, “Sentir las figuras”, viene introducido por una cita de Ernesto Sábato que marca la intención de los poemas, remover al lector de su fosa. Para Manuel García Pérez “la escritura es un fósil que niega su memoria y su historia” o más bien un proceso de creación y destrucción perpetua, porque el poeta intuye que escribir y “asesinar” comparten en el fondo un extravagante estado de pureza.

En la segunda parte, “Los asesinatos”, es una cita de Miguel Veyrat la que advierte al lector de unos versos “trastornados” en los que se relatan historias truculentas con una sobriedad asombrosa: “el agua no era roja”.

En “Llévame a la iglesia” y “El acontecimiento” es de nuevo Sábato el autor de las citas que preludian unos versos donde predomina el paisaje rural (cabañas, pozos, cañada, olivos, gredal) y donde se hace recurrente la imagen de los perros como elemento cotidiano y amenazador.

Manuel García Pérez explora los límites del alma humana, “lo oculto es la espina”, cuando las manos tiemblan y “se oyen las campanas”, emplea para ello un lenguaje críptico, de una crudeza aséptica, que se alimenta de imágenes que parecen extraídas de una pesadilla, porque lo que el poeta nos comunica es lo oscuro, cruel y despiadado que anida en el interior del ser humano. Sus versos se hacen eco del final, son pura consecuencia, las causas, las que determinan el poema, permanecen fuera, a la espera de una lectura reveladora que desnude la apariencia.

Escribir es crear desde la destrucción” afirma el poeta en el texto de contraportada y no podía definir mejor su proceso de escritura creativa, que equipara al exterminio por cuanto tiene de privación, de renuncia, de sacrificio, y que a la postre acaba configurando una manera de ser y una forma de estar en el mundo.
 
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez