lunes, 30 de abril de 2018

De 40 autores, 12 son valencianos

 
 


Publicado en “El Mundo” (edición impresa, Comunidad Valenciana) del lunes 23 de abril de 2018.

Autor del texto: Ricardo Bellveser

Temática: sobre el libro de crítica y ensayo Polifonía de lo inmanente. Apuntes sobre poesía española contemporánea (2010-2017) de José Antonio Olmedo López-Amor y Gregorio Muelas Bermúdez (Lastura Ediciones & Editorial Juglar, 2017).

 

El crítico valenciano José Antonio Olmedo López-Amor, utiliza como “percha” de introducción a su libro de rarísimo título, Polifonía de lo inmanente, escrito en coautoría con el también valenciano Gregorio Muelas, una definición del poeta y profesor Jaime Siles, que dice: “La poesía es un estado de gracia, como la crítica lo es —o debería serlo— de conciencia”, interesante por lo que tiene de particular.


Mi titularidad académica universitaria es de ‘Crítica Literaria’, asignatura que en otros momentos se llamó ‘Poética’, terminología tomada de Aristóteles, incluso ‘Literatura Comparada’, y como tal la he entendido en el ámbito filosófico de la frase de Siles, pues para mí la Crítica Literaria significa pensamiento y reflexión pero además hay que exigirle que cumpla una función mediadora.


Este volumen de 328 páginas (coedición de Lastura Ediciones y Editorial Juglar, diciembre de 2017), selecciona a 40 autores sobre los que construyen unos “apuntes sobre poesía española contemporánea 2010-2017”, de los cuales, al menos doce son valencianos y el resto, mayoritariamente, andaluces o aragoneses, lo que hace pensar que para los autores la poesía española hoy, pasa por estos territorios.


A Joseph Addison, (1672-1719), un personaje realmente interesante cuando se habla de estas materias, le leí la siguiente maldad: “una buena señal para distinguir al crítico que carece de gusto y de instrucción es que raras veces se aventura a alabar pasaje alguno de una obra que no haya sido previamente bien acogida y aplaudida por el público, y que su crítica se ensaña en los defectos y errores más leves de un autor. En este su empeño, el crítico tiene tantas probabilidades de éxito, que aún el más vulgar lector, a la aparición de algún poema nuevo, posee la agudeza y mala voluntad bastante, para poner en ridículo algunos pasajes del mismo, y ciertamente, a menudo con razón”
José Antonio y Gregorio, en su libro, no sé si conscientes o no, se han puesto en fila en esta tradición de pensamiento, lo que incluye la concepción de la crítica literaria como un estado de conciencia a lo que yo acabo de añadir el concepto de mediación. 


Vamos a ver: entre las múltiples fórmulas de comprensión de la crítica literaria, prevalece la crítica erudita, aunque en mi opinión, el factor dominante debe ser el gusto. Se lo hemos oído antes a Joseph Addison luego no hablamos, de ninguna novedad.


José Antonio señala, en su introducción, que la crítica literaria “nunca ha dejado de ser necesaria”, por supuesto, eso la historia nos lo desvela, y Gregorio da un paso más y se pregunta “¿qué ocurre ahora?”. Ese es el quid de la cuestión, aparte de distinguir entre crítica e ideología, porque el prestigio de la crítica y teoría literaria marxista, representada por Mijaíl Bajtín, introductor del concepto de éthos, ética, desbancó a todas las demás, y pasó, ya en el siglo XX, del formalismo ruso, a la estilística europea (Dámaso Alonso) o la crítica estructuralista (Barthes).


Los autores de este libro miran con simpatía las posiciones postmodernas como las de Luis Alberto de Cuenca, quien considera que hoy el lector ha sustituido a Zeus por Supermán y reinterpretan a críticos futuristas como sucede con el
Canto a la máquina de Cano Ballesta ––la vida corre y los autores consideran como de especial interés a poetas ‘vivos’ como García Baena, al que el tiempo se ha llevado este mes de enero–– , pero no hay intención antológica en las autores seleccionados.


El libro se divide en dos partes, la primera es de teoría literaria, de todo aquello de lo que venimos hablando desde hace unos minutos aquí, y la segunda es una relativa aplicación del mundo teórico, aplicación sobre casos, libros y autores concretos. Pero recuerdan los autores que este libro no tiene ni propósito, ni deseo, ni intención, ni finalidad antológica , sino que reúne una lista de escritos críticos que los dos autores han venido elaborando durante el último lustro, desde 2013 cuando empezaron a publicar estos artículos, guiados principalmente por la subjetividad.


Por esta razón, a mí personalmente, mucho más que los poetas y escritores seleccionados, me interesa el discurso del método que desde la diletancia han establecido en las 75 primeras páginas, de formulación severamente teórica. De todos modos, son 40 las reseñas sobre otros tantos poetas o escritores, relación en la que figuran poetas muy conocidos y populares, y otros casi secretos por su juventud o porque sus obras han trascendido poco públicamente.
 
 
 





domingo, 29 de abril de 2018

Silva de varia erección. Marcos Matacana Martín

 
 


Silva de varia erección
Marcos Matacana Martín
Cuadernos de humo, Nueva York, 2017
 
 
Número dieciséis de los Cuadernos de humo que edita Hilario Barrero desde Nueva York, Silva de varia erección de Marcos Matacana Martín es el tercer trabajo lírico del poeta sevillano, tras la plaquette Mirador (Cuadernos de humo 3) y el poemario Polvo en el aire (Palimpsesto, 2017).

Marcos Matacana nos entrega diecinueve poemas de ritmo imparisílabo divididos en tres partes con epígrafes tan ingeniosos como el propio título de la obra, que parodia el clásico del humanista sevillano Pedro Mejía, Silva de varia lección (1540): “Tántalo va el cántaro a la fuente”, “Más durá será” y “Teoría del pie en la rampa jabonosa”, a las que acompañan sendas ilustraciones interiores de Hilario Barrero, todo precedido por una elocuente “Poética” inspirada en el célebre verso de Juan Ramón Jiménez “que así es la rosa” y que reza:

"Stercus quique suum bene olet,
pero antes, caro Fabio,
tendrás que darle forma."

Las citas serán una constante a lo largo de todo el poemario, desde la inicial de Gregory Corso hasta la final de Charles Simic, así todas las composiciones van introducidas por una cita que motiva el fondo y el tono de su escritura.

Marcos Matacana nos cuenta en impecables endecasílabos sus peripecias, y pérdidas, sentimentales entre la gracia y el puro arte e ingenio, empleando para ello un lenguaje donde consigue armonizar lo culto y lo coloquial, creando un peculiar estilo donde encontramos desde modernas referencias musicales (Dire Straits, Barón Rojo, Jim Morrison) a grecolatinas (Aristóteles, Plinio el Joven, Marco Aurelio). El autor se mueve con soltura del culturalismo, como en “Venecia, 1990”, de un exquisito barroquismo, a la desnuda sencillez, verdadero paradigma en el poema “La Gorda”, no es de extrañar que entre arcaísmos, latinismos y anglicismos se inserten vocablos populares, propios de la conversación oral, como en el poema “Vita nuova”:

"Un cielo bruno sobre un mar de plomo,
septiembre presentido en el agudo
ahogado filo frío de las rocas,
en un romper de olas que repiten ,
con un vitral de sombras, para qué,
el eco, el eco, el eco, si he calmado
efímeros la sed con otros cuerpos ,
y la he olvidado al fin, con dos cojones."

Pero no acaba ahí el virtuosismo de Marcos Matacana en el empleo de las formas clásicas, además de la silva que da título al conjunto, también nos entrega un soneto blanco, “A Rosa”, entre otras combinaciones de estrofas simétricas.

En definitiva, Silva de varia erección es un poemario coherente en su discurso, desenfadado y alegre en ocasiones, que viene a confirmar a un autor original en su manera de decir las cosas que nos vulneran y excitan, y que a la postre nos constituyen.

 
 
Gregorio Muelas Bermúdez



domingo, 15 de abril de 2018

Mares de escarcha. José Luis García Herrera

 
 


Mares de escarcha
José Luis García Herrera
Ediciones Vitruvio, Madrid, 2016
 
 
José Luis García Herrera (Esplugues de Llobregat, 1964) no es solo uno de los poetas más prolíficos de nuestro país, sino también uno de los más laureados de los últimos años, con una trayectoria ascendente que ha culminado recientemente en el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana 2017 por La semilla del óxido (Devenir).

Anteriormente había publicado Mares de escarcha en el n.º 612 de la colección Baños del Carmen de Ediciones Vitruvio, que dirige Pablo Méndez. El poemario, merecedor del XXI Premio de poesía Luys Santamarina-Ciudad de Cieza, viene a confirmar el estilo torrencial y colorido que el autor atesora. En este libro, compuesto por veintisiete poemas sin división en partes, José Luis García Herrera versifica el paisaje invernal de la región de Matarraña, en el Bajo Aragón.

Introducido por una cita majestuosa de Antonio Gamoneda, el autor nos presenta en el poema inaugural, “Visión del invierno”, la belleza triste de un terreno sobre el que se yergue “un mar de escarcha” donde “puntean las briznas de hierba seca”.

En versos de arte mayor, con preferencia por el endecasílabo y el alejandrino, se componen estos poemas donde se hace referencia a algunos lugares de la zona, como la población de Calaceite (“Testamento de piedra”), el Salto de Tastavins (“La Portellada”) o el propio Río Matarraña, cuya historia y fisonomía inspiran una poesía impresionista con preocupaciones existenciales, como en esta estrofa de “Carbón de invierno”:

¿Dónde buscaré el resplandor del ocaso
si las raíces de las sombras
crecen en mis propios pies
y tras el aluvión de sombra alargo la condena
que a mi carne impone la vida que no tuve?”

Escritos “en la fría madrugada” y “en el fragor de la noche”, bajo la lluvia y el cierzo, José Luis García Herrera demuestra, una vez más, esa madurez expresiva que le ha convertido en un autor de referencia en el actual y complejo panorama lírico de nuestro país.
 
 
 
Gregorio Muelas Bermúdez




miércoles, 11 de abril de 2018

Cronófago. Soledad Benages Amorós

 
 


Cronófago
Soledad Benages Amorós
Ediciones Babilonia, 2017
 
 
La poeta Soledad Benages Amorós (L´Alcora, 1955) publica su segunda colección de poemas, tras Soledumbre (Alejo ediciones, Lima, Perú, 2016), con un título siniestro, Cronófago, que remite a la palabra griega cuyo significado es “devorador de tiempo”, es decir, al inexorable paso del tiempo, el maldito tempus fugit, y sus fauces, que devoran el presente haciendo del pasado el único tiempo que de verdad existe. Esto queda marcado desde la propia portada del libro, donde figura una ilustración de Leonor Seguí Nebot, que reproduce el célebre insecto metálico del Reloj Corpus, sito en el Corpus Christi College, de la Universidad de Cambridge.

Soledad Benages es una celebridad en su provincia natal, Castellón, donde colabora activamente en diversas iniciativas culturales y solidarias, y donde participa con asiduidad en actos literarios y benéficos, además de coordinar el grupo literario Poetas sin sofá, junto a María José Sangorrín. Benages viene realizando una loable labor en favor de la poesía como puente de unión entre España y Latinoamérica, que tiene su mejor manifestación en el Cuaderno de Poesía de Poetas sin sofá , que acaba de editar su número 10.

Publicado por Ediciones Babilonia, que coordina Paco Pérez Belda, en el número 25 de la colección “Pliegos de la Palabra”, nos encontramos con una segunda edición, la primera datada en marzo de 2017, y esta segunda en agosto de 2017, que dice mucho del carisma e influencia de la poeta castellonense pues, como es sabido, en los difíciles tiempos que corren es una auténtica proeza.

El libro está compuesto por treinta y un poemas de varia hechura donde fluyen los versos con la libertad de quien sabe encauzar sus formas hacia un mar de significados. La poesía de Soledad Benages es un recuento de horas, aquellas que ese monstruo con forma de saltamontes que remata el citado Reloj Corpus no ha podido engullir y que gracias a la palabra viva, la palabra impresa, consiguen perpetuarse en la memoria escrita de su autora. No poco de autobiográfico hay en estas composiciones donde los sueños de infancia se imbrican con preocupaciones sociales, por el camino se suceden hitos de vida y esperanza.

El poemario se abre con cuatro significativas citas de José Ángel Buesa, José Emilio Pacheco, Jaime Gil de Biedma y Antonio Machado, cuatro autores ya clásicos, dos latinoamericanos y dos españoles, cuya elección refleja su doble filiación, de hecho América es un espacio mítico que Soledad Benages ha transitado en numerosos viajes con motivo de encuentros y recitales en Cuba, México, Perú y Bolivia. Algo que podemos vislumbrar en el poema “Noche en Palenque”.

La nostalgia a través de la evocación de una infancia feliz y rural entre “almendros, olivos y tierra seca” o el recuerdo amado del padre carpintero que “no fue educado para la caricia” devienen “en la vetusta fotografía de una calle sin asfalto”, un tiempo envuelto en la “bruma amarillenta” donde su paso “solo se ve / en las arrugas de la piel”.

Soledad Benages escribe sobre muchas cosas, como el deseo de caricias, de ternura, que el exceso de hipocresía arruina para hacernos llegar tarde. De nuevo el tiempo se filtra entre los versos para decirnos qué es la vida, de ahí la inutilidad de “matar el tiempo”, que sería como decir “morir la vida”.

Hay una necesidad de la poesía para ahuyentar la nada, para “atraer la luz”, de ahí que Soledad Benages se valga de numerosas citas -de Octavio Paz, de Tolstoi, de Marc Granell, de Miguel Hernández, de Pere Gimferrer, Matsuo Bashô, entre otros- para encauzar su discurso hacia “el azul de Ítaca”.

Destaca, así, su lirismo, fijénse en la delicadeza de este breve e intenso poema:

Sobre la nieve cayó
la rosa más bella.
La mano que la lanzó
nunca supo que era
la última esperanza
de la diosa primavera.

La soledad, el dolor y la tristeza son otros temas capitales del libro y como todo están supeditadas a ese verdugo de momentos que es el tiempo que se escapa dejando tras de sí un erial donde solo llueven lágrimas.

Además, Soledad Benages hace gala de un lenguaje tan elegante como rico, donde combina ciertos cultismos y arcaismos (céfiro, selénico, horrísono, giflo, proterva) con una forma en apariencia sencilla, donde el fondo se ahorma con destreza a la forma del poema. En efecto, Soledad somete la longitud del verso a la necesidad de su significado en un ejercicio contra “la soledad del silencio”, veáse el poema que da título a todo el conjunto, donde afirma con vehemencia su voluntad de permanencia, de futuro.

Tras su aparente abstracción, Soledad Benages crea un discurso acorde con las inquietudes de nuestro tiempo, donde la premura y el utilitarismo han relegado a un segundo plano la verdadera esencia del ser humano. En definitiva, Cronófago es la obra de madurez de una poeta que tiene mucho que decir y lo dice sin prisa.

 
Gregorio Muelas Bermúdez



sábado, 7 de abril de 2018

El laberinto de Venus. María Teresa Espasa

 
 


El laberinto de Venus
María Teresa Espasa
Lastura Ediciones, 2017
 
 
María Teresa Espasa, escritora valenciana de dilatada trayectoria, que comenzara su andadura literaria en 1978 con A través del silencio, y que ha sido merecedora de prestigiosos premios, como el Vila de Mislata en 1999 por Cuando puedas llama, el XI Premio de Poesía Leonor de Córdoba de 2012 por El congreso, o el XXXII Premio Ciutat de València “Vicente Gaos” por En alguna parte es otoño, y que con la antología Tanto y tanto silencio le fue concedido el Premio de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (CLAVE) a la trayectoria poética en 2015, nos sorprende ahora con un libro de relatos de corte erótico con el sugestivo título de El laberinto de Venus.

Si sugerente es el contenido no lo es menos el continente, pues lo publica Lastura Ediciones en el n.º 31 de la colección “Alquisa” de Narrativa, con la exquisitez y elegancia a la que la editorial de Ocaña nos tiene acostumbrados, tomando como imagen de cubierta la Flor de orquídea del pintor de Gandía Álex Alemany (1943), artista perteneciente al movimiento pictórico del “realismo mágico”.

No podía elegir mejor presentación la escritora de Denia pues en los dieciocho relatos que componen el libro nos traslada al ambiente “mágico” de sus ensoñaciones eróticas, un erotismo de delicada sensualidad apenas apuntada en párrafos de pasional prosa poética. Porque María Teresa Espasa, es, ante todo, poeta, una poeta que ahora elige otro formato, otro género, pero que demuestra practicar con igual maestría.

Lo primero que reclama la atención del lector es la enigmática dedicatoria que encabeza los textos y que reza así: “Como bien sabes, este libro de relatos, lleno de emociones y sorpresas, es para ti”. Sería necesario investigar la biografía de la autora para adivinar de quién se trata, pero este inicio nos marca la voluntad de María Teresa de narrar sus vivencias íntimas desde un punto de vista literario, en un doble juego entre realidad y ficción, dando rienda libre a la imaginación.

No es baladí el hecho de que la protagonista de todos los relatos sea una mujer de nombre Tsa, acrónimo de Teresa y que, sin duda, es un alter ego de la autora, que pone en el pensamiento de la narradora su propia experiencia, en un juego de identidades que hace, aún si cabe, más interesante la propuesta.

La narrativa erótica no ha alcanzado en nuestro país un calado tan hondo como en el mundo anglosajón o en las letras francesas, no hay más que recordar ciertos clásicos, como El amante de lady Chatterley de David H. Lawrence, Historia de un ojo de Georges Bataille o El amante de Marguerite Duras. En el caso español me viene a la memoria Jarrapellejos de Felipe Trigo y, más recientemente, Las edades de Lulú de Almudena Grandes.

A lo largo de los dieciocho relatos que componen este libro, María Teresa Espasa hace un recorrido por diversos “subgéneros”, desde la prosa más desinhibida en “El pacto”, donde emplea un lenguaje más directo y coloquial, al puro relato policíaco y de misterio en “Mientras dormías”, pasando por el género epistolar en “Los sueños y los días”. En todos el tono es pasional y el fondo de un romanticismo tierno y evocador.

El discurso de María Teresa es eminentemente femenino y se despliega con soltura en historias reales y fingidas, en relatos que abarcan desde situaciones frívolas hasta historias de desamor, donde la nostalgia se adueña de las palabras, pasando por momentos de verdadera pasión donde el lenguaje alcanza corporeidad y clímax.

Tras la lectura prevalece un ardiente deseo de cariño barnizado de erotismo, que es uno de los rostros del amor, y, sobre todo, una expresión de la ternura realmente apacible y conmovedora.

 
 
Gregorio Muelas Bermúdez